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SEPTIMA CORRIDA FALLERA

El Viti dictó su lección

Cuando surge el toreo auténtico, todos estamos de acuerdo: no hay derrotistas ni triunfalistas. Llegó El Viti y trajo, una vez más, ese toreo tan caro de ver, cerebral y profundo, que tiene justificación y argumento porque se aplica a las condiciones de la res. No el pase de siempre, un pase cualquiera, instrumentado sin ton ni son; sino el que pide el toro, en el terreno preciso y en la distancia adecuada.La primera faena de El Viti tuvo variedad y gusto, y muy bien podía alinearse entre las buenas que le hemos visto a lo largo de los últimos años. Con ritmo y torería desgranaba los ayudados, el trincherazo monumental, series en redondo, de las cuales la última fue antológica, por la profundidad de los muletazos y el alma que puso en su ejecución, aunque obligó tanto a la res que la hizo rodar por la arena. Remataba con cambios de mano y los de pecho, emocionantes y bellísimos, marcados al hombro contrario. Siguió con ayudados por alto. Los naturales le salieron francamente codilleros, pero el público y el arte también se iban de nuevo arriba con los de pecho, que siempre ejecutó con valor y hondura. Otra vez pases de la firma, ayudados a dos manos, un molinete... En fin, una estupenda faena, deleite, de aficionados, que además remató muy bien con el estoque.

Plaza de Valencia

Séptima corrida fallera. Lleno total. Toros de Torrestrella, quizá con demasiado peso, romos o astillados; tres muy nobles, tres con dificultades. El Viti: estocada (oreja). Estocada (petición de oreja y vuelta al ruedo). Paquirri: estocada delantera tendida (dos orejas). Pinchazo hondo, descabello y estocada ladeada (algunos pitos). Angel Teruel: estocada corta (dos orejas). Media estocada y descabello (oreja).

Pero quizá tuvo mayor éxito la del cuarto, pues éste era tardo y sólo tenía media arrancada. Fue un verdadero recreo contemplar cómo El Viti se centraba en el tercio con el toro. Unas veces le consentía, otras le obligaba, y puede decirse que dos tandas de derechazos tuvieron como fin único que la res le embistiera con fijeza. A la salida de un poderoso ayudado se echó la muleta a la izquierda y allí se le entregó el toro, para dos series de naturales superiores, ligadas a los de pecho. Vino a continuación el alarde de torería y dominio con trincherazos, pases de la firma y el revoloteo de molinete. Faena dominadora, valiente, de altas calidades técnicas, que borra casi todo cuanto hemos podido ver a lo largo de la feria.

También Paquirri y Teruel triunfaron en sus toros y, si me apuran, con mayor resonancia popular, pero no era lo mismo. Lo cual debe decirse con la mayor cautela, desde luego, pues no sería justo restarles ningún mérito. Por ejemplo, Paquirri, en su primer toro, al que esperó a porta gayola le instrumentó dos largas cambiadas de rodillas, lanceó a la verónica, galleó por chicuelinas, hizo un quite por gaoneras; merece las ovaciones encendidas que le dedicó el público, porque todo aquello era la expresión cálida y evidente del arrojo y la vergüenza torera. que son factores de muy alto precio en este espectáculo. Nadie le puede regatear el mérito de su voluntad, aunque su primera faena fuera tan larga como insulsa, y no muy confiada la otra, en la que el toro le iba con la cara alta y se le quedaba corto.

Asimismo, Teruel cuajó una tarde interesante y triunfa, ya que ligó más que otras veces, y si estuvo por debajo de la gran nobleza de su primer enemigo, al sexto, que era incierto y le achuchó con peligro en tres ocasiones, consiguió meterlo en la muleta mediante los argumentos del valor, de pisarle los terrenos, de aguantar las acometidas sin descomponerse. Precisamente en este toro cuajó los mejores muletazos que ha dado en la feria: cuatro derechazos interpretados con temple, bien rematados y, sobre todo, ligados.

Los torrestrellas, con romana, sospechosos de pitones y quizá demasiado gordos, fueron, una vez más, de una varita por cabeza, lo cual pasó por alto el público, que era de talante festivo y aplaudidor. Los momentos culminantes de triunfalismo se produjeron en las peticiones de oreja y, por supuesto, cuando banderilleaban los espadas. Paquirri, que parecía lesionado en una mano, colocó par y medio. Teruel banderilleó a su lote con aseo, destacando uno de los pares de dentro afuera, pues cuadró en la cara y clavó arriba. El público estaba entregadito con los matadores-banderilleros. Pero el toreo puro -decíamos- lo hizo El Viti, que dictó dos lecciones de muletero fuera de serie.

Sin corrida de San José en Madrid, por primera vez en muchos años

Hoy y mañana no habrá festejos taurinos en Madrid. Hay que remontarse a muchísimos años atrás para encontrar una festividad de San José sin toros en Las Ventas, exceptuadas, naturalmente, los casos de suspensión por mal tiempo.Alrededor de esta fecha giraba tradicionalmente el comienzo de la temporada, y este año no va a ser así por las inexplicables imprevisiones de la Diputación Provincial.

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