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Figueiredo busca la mejora de relaciones con Argentina y EEUU

El nuevo presidente de Brasil, general Joao Baptista Figueiredo, ha tardado menos de veinticuatro horas en demostrar que su primer paso en el Gobierno es «poner orden en la política exterior», perturbada por los planes del ex ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Azevedo de Silveira. Según sus primeras directrices, la política exterior de Brasil busca como objetivos inmediatos un acoplamiento con Argentina y darle más énfasis a sus relaciones con Estados Unidos.La reanudación de los contactos con Argentina para terminar con el impasse en que habían quedado las negociaciones por compatibilizar las presas de Itaipú y Corpus, en el Paraná, se unió a la evidente decisión de procurar un acercamiento con Estados Unidos, cuyas relaciones están notoriamente deterioradas.

El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Saraiva Guerreiro, de larga y ponderada actuación en la diplomacia brasileña, asistió a una reunión con el canciller argentino, Carlos W. Pastor, una hora después de haber tomado posesión en el palacio Itamaraty.

Quedó abierta la puerta para que Brasil y Argentina, junto a Paraguay, retornen al diálogo que interrumpió la cancillería al mando del ex ministro Da Silveira con una actitud considerada sin precedentes, al dar a conocer documentos reservados sin previa consulta a uno de los dos países involucrados, Argentina.

Roto el hielo en la cuestión del Plata con el llamado «principal socio político de Brasil» (Argentina) se torna inminente una nueva toma de posiciones en torno a las deterioradas relaciones con Estados Unidos, principal socio económico.

Si bien se prevé que Da Silveira será el futuro embajador en Washington, en los pasillos de Itamaraty se explicó que las relaciones con Estados Unidos «siempre estuvieron por encima de la acción directa del representante diplomático», de manera que la acción del ex ministro estará bajo control directo de Saraiva Guerreiro.

A pesar de que Estados Unidos fue citado por Geisel en su discurso de despedida, aunque sin llamarlo por su nombre, al decir que «somos una nación cada vez más vulnerable a presiones exteriores», el nuevo presidente obvió toda alusión directa o indirecta al Gobierno de Washington.

Estados Unidos y Brasil están distanciados desde hace 36 meses, cuando Jimmy Carter acusó al Gobierno de Brasilia de no respetar los derechos humanos y criticó el acuerdo nuclear firmado con Alemania Federal.

Brasil reaccionó rompiendo el tratado de ayuda militar que había firmado con Estados Unidos al terminar la segunda guerra mundial y no perdiendo ocasión de fustigar al presidente Carter a través del canciller Azevedo da Silveira. Tampoco el Pacto Amazónico, destinado por Da Silveira a equilibrar las alicaídas relacionadas con Argentina, dio los triunfos esperados. Luego de un año, sólo dos naciones (Ecuador y Guyana) suscribieron el acuerdo.

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