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Tarradellas aspira a convertir las diputaciones en su mejor aliado

En Cataluña, a corto plazo, en las elecciones municipales en ciernes, tiene mucha mayor importancia la composición de las diputaciones provinciales que aquéllas determinarán que no el resultado que produzcan a nivel estricto de consistorio. En efecto, serán las diputaciones las que, gracias a las maniobras de Tarradellas de todo orden -pero, generalmente, sólo dilatorias-, las que podrán permitir nuevos avances, de sentido antiautonómico, a la derecha, ya claramente encabezada por Tarrade¡las y su consejero de Gobernación, Manuel Ortinez.

En su última rueda de prensa -por cierto, antes tan frecuentes como ahora escasas- Tarradellas tomó abiertamente partido en favor de las diputaciones, antes instrumento de provincialización y de fascistización de Cataluña, y que después del 3 de abril serán sólo instrumento de provinciafización y de caciquismo, gracias a una regla electoral que, aunque parezca increíble, llega a dar al voto agrario, con relación a la composición de las futuras diputaciones, un peso unas veinte veces superior al voto urbano.El viejo afórismo liberal de un hombre, un voto, se troca, pues, en la triste realidad de «un campesino, veinte votos; un habitante de gran ciudad, un solo voto». La aritmética adultera cualitativamente la esencia misma de la democracia. En Cataluña lo hace utilizando demagógicamente la necesidad de suprimir la impuesta división provincial y por unos caminos que, desde luego, no son los del progreso, tanto para las ciudades como para los pueblos.

El tema no es meramente catalán. Pero en Cataluña su gravedad es mayor, por cuanto que es precisamente desde la tan reivíndicada Generalidad que se ha impedido y continúa impidiéndose la desaparición de las diputaciones provinciales. «Los diputados provinciales que integrarán las diputaciones catalanas tras las elecciones municipales -acaba de afirmar públicamente Tarradellas- serán el futuro Parlamento de Cataluña.» La afirmación, para que la contradicción sea máxima, sale de la ,boca de quien acusó a los redactores del anteproyecto de estatuto de autonomía de falta de sensibilidad comarcal. ¿Se han convertido en comarcales las diputaciones? El defensor de las diputaciones es también el formal sucesor del presidente Francesc Macia, quien sólo catorce días después del 14 de abril de 1931 abolía las diputaciones provinciales catalanas.

Tanto los nacionalistas de Jordi Pujol como toda la izquierda ve ya con claridad los objetivos de Tarradellas. Ahora estas fuerzas parlamentarias coinciden en señalar que las diputaciones catalanas serán mayoritariamente de UCD. La de Lérida, seguro, como también la de Tarragona y, casi seguro, la de Gerona, mien tras que en Barcelona puede sim plemente darse una situación de equilibrio.

Todo ello dará un vuelco de ciento ochenta grados a la política catalana. Tarradellas, hasta el momento, ha ido venciendo a las fuerzas parlamentarias nacionalistas y de izquierdas, pese a contar en los temas decisivos, como fue el de la aprobación del anteproyecto de estatuto, con sólo el apoyo de Alianza Popular y una UCD catalana que superaba con dificultad y reticencias el desconcierto producido por estar sistemáticamente superada por la derecha por una persona que, paradójica e incomprensiblemente, habla participado en la guerra civil en contra de Franco. «El ciudadano de Cataluña se aleja cada vez más de Tarradellas», afirmaba un editorial de TeleleXprés, muy reciente, que rompia con un silencio periodistico injustificable, en el que a menudo las crónicas cortesanas sustituyen a los análisis políticos. Pero los partidos continúan prisioneros de la jaula que ellos y varios ciudadanos ingenuos y arrepentidos construyeron. El peligro final puede ser la pérdida de toda cohexión social, el desconcierto y el desencanto plasmados en las actitudes laborales salvajes, en las políticas de carácter anárquico -léase terronsmo- y en las posturas sociales escapistas. Un fin demasiado triste para un pueblo que bajo el franquismo tuvo uno de los comportamientos más dignos y más prometedores. En todo caso, en estas últimas semanas se han producido cambios significativos. Tanto socialistas como comunistas y dirigentes del partido de Pujol (en concreto, Roca Junyet) han formulado enérgicas manifestaciones en contra de la supervivencia de las diputaciones. Curiosamente, resulta, pues, que personas y partidos sin ningún poder real dentro de la ultraconservadora y ultraperson alista Generalidad defienden la necesidad de que esta institución alcance el poder político que le darían las diputaciones si sus servicios fuesen traspasados de una vez.

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