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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Rodríguez Sahagún explica su campaña

Acostumbro a leer con bastante asiduidad los editoriales de su diario, y de forma especial, los que tratan temas del País Vasco. Temas que, según he podido ver -y aunque a veces no comparta sus criterios-, han sido analizados habitualmente con la seriedad y objetividad que la delicadeza del caso requiere. Por eso me ha sorprendido profundamente su editorial del domingo, en el que me atribuyen y comentan unas afirmaciones que no he hecho y que me veo en la precisión de desmentir.A lo largo de toda la campana electoral he pregonado que la organización de la convivencia pacífica en el País Vasco era el gran reto que teníamos por delante las fuerzas políticas y sociales. Un reto a nuestra capacidad de diálogo sobre un tema que afecta no sólo al País Vasco, sino al conjunto de todos los españoles. La adecuada respuesta a ese reto supone un laborioso proceso no exento de dificultades, que va a exigir la colaboración de todos y muy particularmente de los medios de comunicación. Evitar malentendidos y mantener sierripre abiertos los cauces del diálogo entre los interlocutores es una responsabilidad que todos debemos compartir.

Desearía aclarar, en primer término, que siempre he procurado ser sembrador de aires de llusión, esperanza y diálogo permanente. Aires todos ellos muy lejos de los vientos y tempestades, a que hacen referencia en su editorial. Buena prueba de ello ha sido la moderación de nuestra campaña electoral en Vizcaya, a pesar de los ataques -incluso personales- que hemos recibido desde algunas de las alternativas políticas allí presentes. Y hemos sido moderados por convicción y porque pensábamos -y seguimos pensando- que más importante aún que ganar las elecciones; era evitar la radicalización y el aumento de la tensión en el País Vasco. He recorrido uno a uno los pueblos de Vizcaya. He pasado horas y horas por las calles de Bilbao. He hablado con todas las gentes que han querido hacerlo: trabajadores, empresarios, profesionales, amas de casa, sindicalistas, estudiantes, etcétera. Y he hablado no sólo de política o de economía, sino de las preocupaciones y de los problemas de cada día. Unos pensaban como yo, y otros de manera muy distinta, pero hemos hablado y dialogado en profundidad, porque me parecía importante hacerlo.

En la madrugada del viernes, a medida que avanzaba el escrutinio, se me acercaron en diversas ocasiones los representantes de las, radios locales para conocer en directo mis primeras impresiones y preguntarme, entre otras cosas, si me habían sorprendido los resultados de Herri Batasuna en el País Vasco, de dónde creía que provenían esos votos y cómo interpretaba yo esa situación.

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Mi contestación fue que no me habían sorprendido los resultados, puesto que la intención de voto aparecía ya así en los sondeos realizados; que, en mi opinión, una porción importante de dichos votos provenía de lajuventud, y que esta radicalización de una parte de los jóvenes debía hacer reflexionar a los partidos hasta entonces mayoritarios en el País Vasco. Añadí que estos partidos tenían que definir claramente su identidad, sin inconsecuencias en sus planteamientos, que sólo contribuyen a sembrar la confusión en el electorado.

Yo creo, señor director, que en el fondo de toda la cuestión -compleja cuestión que implica no sólo aspectos políticos y económicos, sino también, y especialmente, sociológicos-, la clara identidad de cada opción política y de los objetivos que se pretenden es una verdadera y previa necesidad. UCD ha intentado seriamente esa identificación en su campaña electoral.

Los candidatos de Vizcaya hemos tratado de definir completamente nuestra alternativa ante el electorado, y ello nos ha servido para mantener nuestros dos escaños y consolidar un partido. Pero este resultado no nos lleva ni ajactancias ni a euforias y mucho menos a desconocer la identidad y representación de otros partidos. Sí tenemos, en cambio, una íntima satisfacción; porque creo que hemos contribuido a relajar tensiones y a sembrar esperanza; porque hemos multiplicado nuestros militantes, y una gran parte de esta nueva militancia proviene de la juventud.

Yo no he hablado para nada de únicos partidos, ni de entidad, sino de identidad. Y ¿no cree usted que si no es por problemas de identidad resultan difíciles de explicar los resultados electorales de Vizcaya y el País Vasco? Algunos tienen actitudes cuyos resultados se les escapan totalmente. Algo de esto ha pasado en las elecciones. Creo de verdad que se impone un profundo proceso de reflexión. Yo estoy dispuesto a hacerlo en su periódico cuando lo considere conveniente, pero, con mis propias opiniones y no con las que otros indebidamente me atribuyen.

Estimado director, respeto a todos los partidos y a todas las personas y tengo firmes y profundas convicciones. Una de ellas es la capacidad de entendimiento entre los hombres. Ayudemos todos a este entendimiento. En la seguridad de que ese es también su propósito y agradeciéndolela oportuna rectificación del contenido de su editorial, con la adecuada publicación de esta carta, le saluda cordialmente,

Ministro (en funciones) de Industria

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