_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Marisa en el Palmar

Marisa, Marisa Ares, rubia y violenta, con los ojos oceánicos y la nariz valiente, se ha metido de monja en El Palmar, en El Palmar de Troya, y nos lo cuenta.Marisa, cometa Halley del reporterismo, con estela de llamas y peluquería, pertenece a esas nuevas generaciones periodísticas a los que el señor Campoy (lo ha dicho ayer mismo) y otros señores quieren hacer pasar por una facultad donde seguramente perderán facultades. Antes de que eso suceda (el nuevo periodismo yanqui, Mailer, Capote, no nació de una cátedra), Marisa ha entrado en religión de locos, se ha metido de monja en El Palmar, para escribirlo en Interviú, y ahora me cuenta que allí olía muy mal, que no se lavan nunca, que no comen, o se ponen morados de langosta, según lo que ese día decida Cristo, que es su chef gastronómico y apócrifo:

-Había chicas y chicos maravillosos, nórdicos, que andan como drogados por allí.

Marisa cree que los drogan, que a la segunda semana de oración les dan sopa de valium y aspirina. Marisa se va al Africá caliente. ¿Y por qué este africanismo, aquí en España, este Palmar de Troya, este delirio? Nuestra Iglesia, que tuvo en la horma a cristianos tan profundos como Santa Teresa, Fray Luis o Unamuno, por herejes o casi, deja crecer y correr el lefebvrismo tercermundista de El Palmar, da el espectáculo, y monseñor Tarancón, que jamás se ha repuesto de aquella homilía ante el Rey anunciándonos el diluvio democrático que venía, se acerca ahora a las cenizas frías de Escrivá de Balaguer y lo dice:

-Un genio era este hombre.

El Opus por arriba y El Palmar por abajo tienen emparedada a la Iglesia española, entre nubes de cátedra opusdeísta y nubes de polvo sevillano que incensan al vidente/invidente. Me encuentro en un almuerzo al señor Colsada:

-Vete a ver a Tania, a La Latina, que te dará pan con tomate.

Tania, Tania Doris, va a hacer en París El diluvio que viene. Yo les he visto esta obra a los niños de mi urbanización, puesta en el garaje un domingo por la tarde y muy bien bailada por Laura, que es la musa inmobiliaria y adolescente de mis fines de semana. Un musical teológico a lo Godspell y Jesucristo Superstar. La Iglesia se viene aggiornando, en lo que va de siglo, mediante Las campanas de Santa María, Bing Crosby, Juan XXIII, Ingrid Bergman, el Vaticano II y, ahora, Tania Doris.

Hasta que don Marcelo suelta un voto en blanco contra la democracia, como un Espíritu Santo de papel, y volvemos de golpe al cigarral de Trento, o sea Toledo. Ahora -se meten con la Academia porque la Academia se ha definido: «Marxista es secuaz de Marx, e izquierdista es el perteneciente a un partido o ideología no conservadores.» Más o menos. Ni la izquierda ni el marxismo ni la Academia le tienen miedo a las palabras, que son un valor de cambio, de uso y de milagro. Indefinidos son quienes las temen y atenúan. Indefinida es la Iglesia, en esta España, que entre El Palmar elitista del Opus y el opusdeísmo cuatrero de El Palmar de Troya aún no ha dictado sentencia sobre Escrivá ni sobre el vidente Clemente, cuando tan presta fue siempre, nuestra Iglesia, en denunciar herejes, unamunos, santateresas y arangúrenes de-uno-u-otro-signo.

Almuerzo con Llanos y la Diez de Rivera. No he presentado unos fascículos donde se la sibiliniza. A Llanos, obispo cheli (con perdón) y cardenal natural de Vallecas, a punto han estado de excomulgarle por si pedía o no el voto para los que son casi tan lumpen como Cristo. ¿Y el vidente Clemente?

-Mueve más a la Iglesia un fanático que un santo, cura Llanos.

Me encargan una antología del anticlerical Larra. ¿Qué hubiera dicho él de estos palmares? Marisa Ares, Larra femenino de ojos verdiazules, ha vivido un clima de sobaco en El Palmar. Huelen siglos de Iglesia irremovible. Angel sexual, la reportera, con espadón de cobre, ha entrado por abajo en el misterio. No la dejarán llegar arriba.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_