Carter trata de quitar importancia a la salida de Irán del mercado de petróleo

El presidente Carter quiso quitar importancia a las consecuencias en materia energética de la crisis de Irán, y expresó su confianza en que el voluntario autocontrol de los ciudadanos evite la necesidad de un plan nacional de austeridad.

En rueda de prensa, Jimmy Carter dijo que la interrupción del suministro iraní de petróleo no supone, ni para los Estados Unidos ni para el mundo en general, un inminente peligro. Añadió que la actual situación no supone ninguna amenaza para el sistema económico norteamericano.

El primer mandatario de Estados Unidos comentó la intención de su Gobierno de establecer amistosas relaciones con el nuevo régimen de Teherán, para el mutuo interés y bajo el principio de la no interferencia en los «asuntos internos» de los demás.

La semana pasada, el secretario de Energía, James Schelesinger, dijo que la interrupción del suministro iraní de crudo resultaba «potencialmente más peligrosa» que el embargo de 1973.

Estas declaraciones produjeron una cierta inquietud en Estados Unidos y el secretario del Tesoro, Michael Blumenthal, reaccionó comentando que «ideas así son las que hacen bajar el dólar».

Ayer, en la rueda de prensa, el presidente Carter se esforzó en disipar los generalizados temores sobre las consecuencias en materia de energía de la crisis de Irán, y exhortó a una serie de voluntarias medidas de autocontrol del consumo.

El petróleo procedente de Irán suponía un 5% del consumo norteamericano de energía. Estados Unidos tiene almacenado crudo suficiente para atender las necesidades del país durante setenta días, en caso de crisis.

Pero aun intentando disminuir el dramatismo del problema, Jimmy Carter confirmó que si la producción iraní no vuelve a niveles normales y los ciudadanos no se autolimitan suficientemente, un severo plan de austeridad sería inevitable.

Este plan comprendería el cierre de las gasolineras durante los fines de semana.