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Mañana, votación sobre el documento final de Puebla

Juan Arias

Los obispos de América Latina, reunidos en la III Conferencia de Puebla, están dando los últimos retoques al documento definitivo que ha sufrido ya tres redacciones. Mañana domingo el documento será votado y posiblemente el lunes será entregado a la prensa internacional. No se sabe aún si habrá que esperar una aprobación o un nihil obstat del Papa. Lo que sí es cierto es que el día 13, en Puebla, ya no quedará ningún obispo.

Han empezado ya a filtrarse las primeras indiscreciones acerca de este documento que fue preparado durante dos años con miles de páginas de documentos producidos en todo el continente a todos los niveles. Hubo presiones fortísimas de la parte conservadora para que Puebla fuese el entierro de Medellín. Pero de todo lo que EL PAÍS ha podido recoger como información muy seria, se puede ya anticipar que por lo menos «no han vencido quienes tenían nostalgias restauradoras».

Habrá que esperar el documento final para ver como se han resuelto algunas cosas claves que en los debates han sido motivo de duro conflicto entre dos facciones muy contrapuestas. Un punto fundamental es si Puebla condenará o no el marxismo «como análisis político y económico». Ha habido presiones fortísimas para hacerlo. Hay quien dice que si no se llega a esta condena, se debe sólo a la presencia de Cuba y de su Iglesia. Por cierto, para hoy han sido convocadas manifestaciones en Puebla contra los sacerdotes «subversivos» y exigiendo «obediencia a Juan Pablo II».

La presencia de teólogos

La presencia muy inteligente en Puebla de todos los teólogos de la liberación ha impedido, al parecer, llegar a una condena de esta teología latinoamericana que tiene tantas implicaciones sociales y políticas. De hecho, en todos estos días la prensa conservadora no ha hecho más que atacar en todos los modos posibles e imaginables a estos «teólogos marxistas», como les llaman aquí. Y hasta ha sido convocada para el lunes una manifestación popular por las calles de Puebla para protestar contra estos «subversivos» y para pedir «fidelidad a Juan Pablo II». Lo cierto es que el documentó que está a punto de ser aprobado será más abierto que el discurso del Papa en la inauguración de la Conferencia. Algunos obispos han dicho, sin pelos en la lengua, que una parte de aquel discurso, el más cerrado, se lo habían preparado al Papa en la curia. Al parecer, el Papa no ha sido insensible a las críticas que le hizo toda la prensa mundial, y durante los debates de estos días, de los cuales «fue informado casi minuto a minuto», según indicaron varios obispos, ha visto con buenos ojos que muchos miembros de la Conferencia hayan aclarado con los principales autores de la «teología de la liberación» algunos de los puntos más duros de su discurso.

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