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Silencio del Gobierno francés respecto a su política con los refugiados

No hay explicaciones oficiales por parte del Gobierno francés respecto a su cambio de política hacia los refugiados españoles. A la pregunta de si seguirán las detenciones y confinamientos de vascos, el Ministerio del Interior se limita a responder vaguedades. El cambio de actitud del Gobierno galo preocupa, tanto a quienes están interesados en la cuestión vasca como a quienes lamentan que Francia haya perdido su condición tradicional de país; acogedor de refugiados políticos.«El ministro del Interior se manifestó claramente sobre este particular hace pocos días», indicaron a EL PAÍS medios autorizados del Ministerio francés del Interior al ser interrogados sobre otros eventuales confinamientos y detenciones de los etarras refugiados en el País Vasco galo. Anoche, igualmente, un portavoz solvente de los medios oficiales españoles en París afirmó que, «por el momento, el Gobierno español no ha presentado ninguna demanda de extradición referente a los vascos».

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El ministro francés del Interior, Christian Bonnet, declaró hace dos semanas ante una veintena de periodistas franceses que le entrevistaban en la radio: «Hemos tomado ya medidas con los vascos refugiados en Francia y tomaremos otras que deberán cumplir estrictamente, bajo pena de ser expulsados inmediatamente hacia su país de origen.»

Tras lo que en apariencia se revela como una determinación evidente de las autoridades francesas de colaborar con las españolas para suprimir el «santuario» etarra en el País Vasco francés, la mayoría de la opinión francesa se manifiesta de manera cautelosa. El alejamiento del País Vasco de los etarras y la supresión del estatuto de refugiado político repugnan visiblemente a ciertos sectores de la izquierda francesa, porque hiere la legendaria tierra de asilo que ha sido siempre la democracia francesa. Pero estos mismos medios se unen a la gran mayoría cuando se trata de evaluar la reacción que se produciría en el País Vasco francés si el problema de ETA provocara un clima de violencia similar al que se vive en el País Vasco español: «No hay que dudarlo, en tal caso la población se revolvería contra los miembros de ETA. Los vascos franceses reivindican su identidad, pero a partir de su nivel de buenos burgueses, que viven, entre otras cosas, del turismo. Si un día el terrorismo, venga de donde venga, pone en peligro su tranquilidad y su cartera, que ETA no se haga ilusiones», declararon ayer en términos más o menos parecidos organismos y personas diversas consultadas por EL PAÍS en la capital francesa.

Existe una minoría de vascos franceses que, por el contrario, defienden la causa etarra hasta sus últimas consecuencias: «El comportamiento del Gobierno francés provocará una reacción adecuada y que no se duerman los franceses, y la clase política del País Vasco muy particularmente, que tienen intereses en España», apreció un vasco francés, defensor y conocedor de las organizaciones extremistas. Por su lado, el antiguo ministro del Interior del Gobierno vasco, Telesforo Monzón, declaró anteayer que «la lucha continuará, es evidente» y que «Francia, mientras la cuestión nacional vasca no encuentre una solución política, conocerá el duro problema de los refugiados». Esa solución política, a su entender, sería posible «mañana mismo y, esto lo digo con conocimiento de causa», añadió. Las condiciones serían las siguientes: amnistía total, reconocimiento de todos los partidos políticos, prioridad a la lengua vasca, estatuto nacional de autonomía que reconociera el derecho a la autodeterminación, sin que esto último implique, de momento al menos, la independencia y, por fin, mejores condiciones sociales para los obreros. En el País Vasco francés, durante las últimas 48 horas, según hemos podido confirmar desde París, los refugiados etarras temen un crescendo de la «represión francesa». Medios bien informados parisienses estiman que en la lista que manejó la policía gala para efectuar la redada del día 30 último figuraban cuarenta nombres, lo que indicaría que sobre unos veinte «aún pende una espada de Damocles», aseguró a EL PAÍS otra fuente solvente. Contando los con finados y expulsados se estima que vivirían en el País Vasco francés unos cien presuntos miembros de ETA. Hasta un total de cuatro cientos se completarían con refugiados vascos que viven en Francia desde hace muchos años y que han normalizado aquí su vida.

Todo indicaría, en definitiva, que las autoridades francesas «ahora están dispuestas a colaborar y que el asunto de ETA en Francia lo tienen encima de la mesa de manera permanente. Esto quiere decir que cuando lo consideren oportuno repetirán la operación del otro día y, por lo que se refiere a los confinados en Valensoles, serían expulsados de no cumplir meticulosamente el reglamento que les han impuesto», informó a EL PAÍS una fuente oficiosa española en París. Los confinados en Valensoles se estima que permanecerían un mes en el hotel en donde les han alojado, es decir, hasta que se celebren las elecciones generales en España.

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