Aclamado en Teheran, Jomeini exige la dimisión de Bajtiar
Al llegar ayer a Teherán, donde fue recibido por millones de personas, el ayatollah Ruholah Jomeini declaró que el primer ministro, Shapur Bajtiar, «debe dimitir y entregar hoy mismo el poder», con lo cual el líder religioso iraní parece haber desechado por completo las negociaciones que se le atribuyeron con el premier para crear una república. No obstante, Bajtiar hizo anoche un llamamiento a la unidad nacional y se mostró contemporizador con Jomeini. En uno de los días más dramáticos y pacíficos vividos por Irán durante los últimos meses, el Ejército se ha mantenido ausente de las calles y no se han registrado tumultos. Subsisten, sin embargo, las incógnitas en cuanto a la actitud de los jefes militares en las próximas horas, a quienes el sha Reza Pahlevi habría exhortado antes de su salida del país a desatar una guerra civil para posibilitar su regreso al poder.
Jomeini ha vuelto por fin, y los varios millones de iraníes que ayer lo han recibido en Teherán no parecen terminar de creérselo. Sobre las nueve menos cuarto de la mañana (seis y cuarto hora española), el Boeing 747 en el que viajaba el ayatollah comenzó a adivinarse al fondo de un cielo brumoso.El avión empezó primero a dar vueltas sobre Teherán. En la plaza Chayad, cientos de miles de personas miraban al cielo, después de haber aguantado varias horas de pie. Al fin, a las nueve en punto, el avión enfiló la pista. Había un gran silencio. Dos minutos y medio después tomó tierra. Los periodistas iraníes que esperaban en las terrazas del aeropuerto murmuraron como en un suspiro: Alá jo akbar («Alá es grande»).
A las 9.14 se abre la puerta del Jumbo. Un mullah desciende del avión y camina unos 150 metros hasta la entrada para personalidades. Allí, el ayatollah Matazari le recibe con un beso en la mejilla. No hay ningún dramatismo en sus gestos. Minutos después, aparece el ayatollah Telegani, y lentamente, acompañado del mullah que ha bajado primero, se dirige al avión. Hay una gran calma en sus movimientos. El manteo de los hábitos de los clérigos pone un aire de ceremonia a la espera. Nadie parece tener prisa.
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"Estamos a un paso de la victoria sobre el sha"
(Viene de primera página)Ha pasado más de media hora desde que el avión tomó tierra. En ese momento, un Mercedes de color verde se sitúa junto a la escalerilla. En el parabrisas, lleva pegada una pequeña foto de color del ayatollah. Detrás del asiento posterior, como único adorno, un pequeño tapiz, con flores bordadas, de un gusto muy de clase media,
Faltan veinte minutos para las diez cuando, por fin, aparece Jomeini, apoyado en dos tripulantes del avión. Paso a paso, va descendiendo la escalarilla. Una vez en tierra, entra en el Mercedes que le conducirá a la terminal. Jomeini tiene una mirada entre enérgica, triste y cansada.
En uno de los vestíbulos del aeropuerto, le espera el millar de personas que han sido autorizadas a entrar en las instalaciones. Sólo representantes de los diversos estamentos de la sociedad iraní que han colaborado cen la revolución: comerciantes del Bazar, mullahs, profesores, trabajadores, minorias religiosas, partidos y grupos políticos. Está presente toda la plana mayor del Frente Nacional, principal grupo político laico de oposición al sha. No hay ningún representante oficial del Gobierno. Más de una docena de pancartas cuelgan de las paredes. A las diez menos once minutos, rodeado de religiosos, entra Jomeini, que se sitúa en una de las esquinas de la sala. Durante más de cinco minutos, arrecian los empujones y codazos entre los fotógrafos y equipos de televisión. Más de una vez se teme que el ayatollah acabe pisoteado en el suelo.
"La victoria está cerca"
Ahora se grita a toda voz lo que se había susurrado hacia unos minutos: «Alá es grande». Cuando llega la calma, comienza la ceremonia. Un niño se sitúa frente al micrófono y, con aire de soleá, entona unashura del Corán: «Cuando llega la ayuda de Dios, la victoria está cerca».
Luego, un orupo de hombres ubicado al fondo de la sala canta a coro y con ritmo de marcha: «Tu eres el defensor de la verdad. Tu eres el líder del pueblo y el símbolo de la honestidad, resistencia y victoria popular». El conjunto tiene cierto aire escolar. Siguen bien acompañados hasta el fin.
Luego, comienza a hablar Jomeini. Su voz monótona se torna, poco a poco, enérgica. Tras agradecer a los diversos estamentos su participación en la revolución, el ayatollah afirma: «Después de todas las dificultades, estamos a un paso de la victoria sobre el sha.»
Jomeini dedicó varios adjetivos al sha («traidor», «criminal») y al Ejército («vendido» y «dirigido desde el extranjero»). Después de atacar el colonialismo, Jomeini concluyó: «La victoria final se conseguirá cortando las manos de la dominación extranjera.»
El "gobierno de Dios"
Cuando Jomeini está a punto de abandonar el aeropuerto, suenan fuera nuevas canciones: «Dirigentes, dirigentes, bienvenidos a casa», «estableced el gobierno de Dios»... El ayatollah se sienta en una furgoneta,Chevrolet de color celeste y blanco. Abre la marcha medio centenar de jóvenes montados en motocieletas. Luego, decenas de microbuses llenos de políticos y periodistas. Detrás, varias camionetas con fotógrafos y equipos de televisión. Al final, dos Mercedes con el séquito de Jomeini y, por fin, la furgoneta en la que va el líder.
El Chevrolet llega a la autopista y estalla la locura. Miles de iraníes han dormido la noche anterior dentro de coches y autobuses. Hasta el final del toque de queda (cinco de la mañana) no han podido salir para desentumecer las piernas. Muchos, durante la madrugada, han entonado eslóganes con las bocinas de sus coches. A las cinco y media de la mañana, más de 100.000 personas se han reunido en la plaza Chayad (muy cerca del aeropuerto) para hacer juntos las primeras oraciones del día. Antes del amanecer fue cortado el tráfico de las calles por las que pasaría la comitiva: un coche estaba atravesado en cada esquina impidiendo el paso. Unos 50.000 voluntarios. provistos de brazaletes verdes, ocupaban puntualmente sus puestos en el servicio de orden desde las seis de la mañana. No había ejército en las calles. Los centinelas del cuartel general de la gendarmería, que fue atacado el pasado domingo, lucían claveles rojos.
Ante la imposibilidad de seguir avanzando por las calles de Teherán se cambian los planes. Jomeini es conducido a un helicóptero que le trasladará al cementerio de Zaira, que desde ayer se llama Chojada («de los mártires»).
Jomeini habla a los presentes. Sus palabras son muy semejantes a las pronunciadas en el aeropuerto. «El Parlamento fue creado por los Pahlavi, es ilegal. Con la dinastía Pahlavi todo fue ilegal. El actual Gobierno también lo es.» «El próximo Gobierno lo elegiré yo y haré que todos los culpables pasen por los tribunales.» «El sha es el culpable de que haya más bares que librerías.» «No estoy contra el cine, pero sí contra la pornografía. »
El líder chilta no hizo ninguna referencia al Consejo de la Revolución, cuyo nombramiento se espera desde hace ya tres semanas.
El sha en la televisión
Un suceso inesperado privó ayer a los iraníes de seguir por televisión la bienvenida a Jomeini. Durante un cuarto de hora las pantallas mostraron la llegada del avión. Sin embargo, no se pudo escuchar ningun sonido. Los televisores parecían mudos.
Luego se interrumpió la transmision y apareció el retrato del sha con el que la televisión iraní acostumbra a cerrar sus emisiones.
En un principio estaba previsto transmitir todo el recibimiento hasta la salida de Jomeini del cementerio. El nuevo director general de Radiotelevisión, Massud Barzine, afirmó ayer tarde que todo se debía a que «alguien había saboteado el programa», Un consejero de Bajuar dijo, por su parte que el primer ministro «declina toda responsabilidad sobre el asunto». En círculos políticos de Teherán se rumoreaba ayer noche que el boicot de la transmisión había partido de los militares.
Bajtiar habla al país
Anteayer, pocas horas antes de la llegada de Jomeini, Bajtiar intervino en la televisión para hacer una llamada a la unidad de todo el país. Afirmó que seguiría los consejos de Jomeini y acataría los preceptos del Islam. Por vez primera hizo una alusión directa a las posibles amenazas inmediatas de golpe militar: «Todas las revoluciones que no acaban a tiempo terminan en una dictadura.» En unas declaraciones a la emisora francesa Europe 1 reiteró que no dimitirá y que las «vociferaciones» de las multitudes «no significan nada».
Bajtiar calificó de «simple desfile» la demostración de fuerzas que hizo el Ejército hace dos días por las calles de la capital. El último balance de víctimas del citado desfile asciende a dos muertos y cuatro heridos.
A su vez, el Partido Comunista iraní (Tudeh) hizo un llamamiento a la «preparación y organización de la resistenclay la lucha armada» contra el Gobierno de Bajtiar. Un poco antes la agencia soviética Tass señaló que el regreso de Jomeini a Irán «marca el comienzo de una etapa decisiva en la crisis iraní», lo que ha sido interpretado como un respaldo total de la URSS al movimiento religioso.
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