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El Gobierno italiano aprueba un plan de saneamiento de su economía

Juan Arias

El Consejo de Ministros después de dos días de debate, aprobó ayer el plan trienal de desarrollo llamado «Pandolfi», por ser éste el nombre del ministro que lo propone. Este plan constituye en realidad una propuesta que puede decidir el futuro inmediato de la economía italiana. Es un programa de trabajo, de inversiones, de ahorro de la Administración pública, de deberes para todos los protagonistas de la «empresa Italia », que debería conducir este país por los caminos de las economías más avanzadas de la Comunidad Europea.

Es un programa que obligará a apretar el cinturón. Lógicamente las fuerzas sociales temen que sean ellas las protagonistas del apretón. Lo cierto es que, en líneas generales, el plan había sido ya aceptado por todos los partidos que hoy apoyan al Gobierno Andreotti, incluidos los comunistas. Lo que se teme es que pueda quedarse en nuevo proyecto y que una falta de convergencia de fuerzas políticas pueda hacerlo fracasar.

Debate a tres

El presidente del Consejo, Andreotti, entregará el documento el lunes al presidente de la República y al Parlamento. Empezará en seguida el debate entre los partidos los sindicatos y los empresarios.Según las primeras indiscreciones, parece ser que se pretende crear puestos de trabajo y alcanzar un crecimiento en 1979 del 4,5% respecto a 1978 y en 1980 de otro 4%. Se pretende controlar el nivel de sueldos y contener la inflación en este año al 12% y el año próximo al 7%. Para conseguirlo, afirma el Gobierno, «deberán ayudar los sindicatos». Los sueldos en estos tres años no deberán aumentar más de lo que aumenten los precios. Para disminuir el coste del trabajo el Gobierno fiscalizará durante diez años en las empresas del sur las obligaciones fiscales de las empresas hacia los trabajadores. Parte de estos seguros los pagará el Estado. Será también reestructurado el sistema de salarios, se insistirá en la necesidad de pagar equitativamente los impuestos y sobre todo en el lanzamiento del desarrollo productivo para aumentar los puestos de trabajo.

La última palabra parece ser que la tendrán los sindicatos, los cuales, sin embargo, convencidos del problema grave de la economía italiana y de sus repercusiones en el orden político parece ser que insistirán, sobre todo, en que el plan se lleve a cabo no sólo en lo que se refiere a sacrificio por parte de la clase trabajadora, sino también por parte de quienes hasta ahora se habían ahorrado sacrificios cada vez que se agravaba la crisis económica y se intentaba superarla.

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