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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La huelga de Renfe

LA AUSENCIA de pactos económicos para el presente año se está dejando sentir en el terreno laboral, en el que la conflictividad social aumenta. Mientras se han resuelto los conflictos planteados en Hunosa y RTVE, se convocan huelgas legales en el campo sevillano, en el sector del metal -que ya conoce un paro generalizado en Navarra- y en la hostelería, y hoy mismo tiene lugar una huelga en Renfe que ha paralizado los trenes en todo el país. Renfe, una gran empresa pública en mala situación económica -su déficit fue de 30.000 millones de pesetas el pasado año-, que ocupa a 72.000 trabajadores y que supone el 10% del total del transporte del país, es una empresa, además, que cuenta con sindicatos fuertes y ampliamente establecidos, lo que completa los datos del problema.Al tratarse de una empresa pública, Renfe no puede saltarse los límites impuestos por el decreto-ley sobre rentas y salarios. Debido a un posible error de redacción de este decreto, Renfe no puede acogerse a los límites máximos permitidos, a no ser que medie una modificación del texto legal, que hace referencia a empresas públicas deficitarias o cuya media salarial sea superior a la del sector de que se trate. Al haber empleado una partícula disyuntiva en lugar de la copulativa, Renfe, cuyos salarios sí son inferiores a esa media citada, no puede pretender los límites máximos de aumento salarial permitidos en el decreto-ley, ya que es deficitaria.

De las dos huelgas en principio planteadas, para hoy y para dentro de siete días, parece que sólo tendrá vigor la de hoy, y ello a causa del enfrentamiento y puja que ha existido, por motivos claramente electoralistas, entre las dos grandes centrales sindicales Comisiones Obreras y UGT. De las dos, esta última parece haber sido la más radical, arrastrando al paro a la otra. Evidentemente, dada la gran plantilla de la empresa y la Vinculación de ambos sindicatos con los dos grandes partidos de la izquierda, el PCE y el PSOE, el paro tiene un carácter claramente electoralista. Peligrosa actitud, que en principio permite dudar de la oportunidad de esta huelga que ha paralizado el tráfico ferroviario en nuestro país durante veinticuatro horas, con los graves perjuicios económicos y personales, colectivos e individuales. Sin embargo, los motivos estrictamente profesionales planteados por los huelguistas no pueden tampoco ser desconocidos. La mala gestión de Renfe es ya endémica, y los cuantiosos déficít que la empresa padece lo ponen de relieve, si bien las empresas estatales de ferrocarriles son deficitarias en la mayoría de los países. En una empresa pública como esta, además, parece perfectamente injusto que se opere en base a una política de horas extraordinarias -más de veinte millones el año pasado- en una época de paro creciente, con un aberrante horario laboral que llega a las 72 horas semanales para algunas colectivos. Las reivindicaciones planteadas por los trabajadores no parecen, por tanto, descabelladas, y si, como todo hace prever, se inscribe un arreglo final en el horizonte, habrá que cuestionarse sobre las razones que han permitido llegar a un paro como el de hoy, que a nadie beneficia, ni a la empresa, ni a los trabajadores, ni a la colectividad.

Por último, cabe señalar que cuando hace un año y dos meses hubo un paro en Renfe de cuatro horas, las centrales sindicales dieron muestra de un gran espíritu de disciplina que permitió el orden y la seguridad, en medio de la anormalidad. Esperems que esta jornada de paro contemple la colaboración necesaria desde todos los puntos de vista, entre la empresa y los sindicatos, con vistas a que esta huelga transcurra en medio de la máxima seguridad para los viajeros y las mercancías, del orden y de la disciplina. Por lo demás, una huelga es un caso límite. Reconociendo la legitimidad de las reivindicaciones planteadas, nos permitimos, pese a ello, dudar de que se haya llegado a este límite.

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