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Reportaje:

Paco y Lola: "En nombre del Creador hemos sanado 50 inválidos"

A las nueve de la mañana del 24 de diciembre, Francisco Martí Donat y Dolores Alvarez Egea, «en nombre del Creador», abrieron la puerta de una casa modesta situada en el antiguo Camino de la Fuente, en Vicálvaro. La casa es propiedad de Julia López López, vecina de toda la vida del barrio, prácticamente ciega desde hacía cuatro años. Tenía nubes en los ojos, y los médicos la habían desahuciado, a menos que se sometiera a una intervención quirúrgica muy costosa. Julia López no tenía ni la centésima parte del total y acudió a Petrel. A la tercera sesión de tomar agua bendita y recibir la imposición de manos de los curanderos, comenzó a recuperar la vista y hoy ve casi perfectamente.Desde entonces, tanto ella como su marido y su madre se hicieron fervientes devotos de Paco y Lola y prepararon su venida a Vicálvaro. Es su madre, Valentina, quien nos habla hoy: «Es preciso sobre todo la fe y la perseverancia. No basta con beber el agua una sola vez, pero si lo haces con frecuencia sanarás de cualquier enfermedad. Cuando estés recibiendo la bendición, a las nueve, es mejor estar a solas en la habitación, para evitar distracciones. El agua no se puede tirar al suelo, Paco dice que eso es peligroso.»

Aunque estaba previsto que la sesión terminara a las once de la mañana, el número de visitantes esperanzados, algunos fieles, otros por probar, obliga a prolongarla hasta la una del mediodía . C lentos de personas, mayoritariamente adultas o ancianas guardan cola con su botella de agua en la mano. Cinco señoritas las atienden en un pasillo estrecho. Van vestidas con un pantalón azul, jersey blanco con una cruz bordada al pecho y la hacen pasar por grupos de tres cuatro personas a la pequeña sala -un sofá de skay, algunas silla de madera, una mesa camilla redonda-, donde se encuentran la pareja de curanderos.

Previamente, antes de entrar en la casa, cuatro hombres más ponen orden en la cola. Uno de ellos, sin darse a conocer, sondea a los visitantes sobre su fe o sobre el importe del donativo que piensan ofrecer. Un segundo reparte una pequeña hojita con la foto de Paco y Lola. El tercero reparte una segunda hoja con las instrucciones para hacer el agua, y el cuarto ofrece un tercer impreso, encabezado por una cruz con una corona de espinas, con el texto siguiente: «La creación. Personas, plantas y animales. Paco y Lola. Bendicen agua para dolores de reúma, nervios, enfriamientos, alergia (toda clase), hemorragias, heridas, granos, infecciones y todas cuantas enfermedades tengan las personas, para los matrimonios casados que no tienen hijos bendecimos agua con grandes resultados, para las mujeres embarazadas el parto sin dolor y para las piedras de riñón e hígado. El cáncer no lo curamos, pero sí quitamos el dolor. Lola y Paco con este agua que bendicen curan las quemaduras en diez minutos.»

La singularidad del cáncer no obedece a una insuficiencia de las virtudes bienhechoras de ambos. En un reportaje publicado el 24 de junio de 1978 en El Caso, Paco calificaba el cáncer como una epidemia de carácter espiritual, que sólo podría erradicarse mediante una purificación colectiva, basada en el amor a la humanidad, el respeto y la humildad.

La gente va saliendo de la casa. Algunos con resultados sorprendentes en verdad. El señor Tomás, viejo zapatero de Vicálvaro, que sufre una infección en las plantas de los pies y los tiene cubiertos de llagas, ve con alegría como está completamente curado tres días más tarde. Nieves Pinilla sintió una especie de calor extraño muy fuerte cuando Paco le puso la mano sobre la frente, pero no parece que se encuentre mejor. José Aurelio, el señor cura, no da demasiada importancia a estos hechos. Respecto a Nieves Pinilla, cree, por ejemplo, que le vendría mejor un viaje de distracción que un curandero, pero tampoco prohibe ni recomienda nada directamente.

El éxito de la sesión curativa ha sido también importante en su aspecto económico. Sobre el sofá se acumulan montones de billetes, la mayoría de cien pesetas, que se han ido depositando como donativos. No se pueden calcular los ingresos que obtienen por sus actividades, pero ellos mismos dicen que no les guía un fin lucrativo. En una de sus visitas a un pueblo recaudaron más de 100.000 pesetas, que luego dicen que donaron para obras benéficas.

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Viajan continuamente. Ahora puede que estén en Jaén. Después volverán a Petrel, y el 28 de enero estarán de nuevo en Vicálvaro.

Francisco Martí, de cincuenta años de edad, natural de Candete (Albacete), explica en el citado reportaje de El Caso que el 5 de agosto de 1974, en la madrugada, recibió una inspiración divina que le ordenaba dedicarse a la tarea de curar enfermos. Dolores Alvarez, Lola, fue uno de ellos. Sufría artritis desde hacía veintitrés años. Paco la curó, y al mismo tiempo se dio cuenta de que tenía su mismo poder. Ahora trabajan juntos. Según su propia versión, han curado a unos cincuenta inválidos y muchísimos enfermos de nervios. Sostienen la existencia de causas desterradas oficialmente de la ciencia médica desde hace más de un siglo, como origen de las enfermedades, entre ellas el mal de ojo, pero no están en contra de la medicina oficial, a la que, sin embargo, consideran un poco deshumanizada. Piensan que el 99% de los curanderos son unos farsantes, que se avecina un gran azote para la humanidad, que Franco pudo salvar a España porque era una persona espiritual, que Levante tiene algo de misterioso... No se consideran especialmente religiosos, pero creen en Cristo (humanidad) y en el Creador (energía).

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