La prensa como droga
Me parece el artículo publicado por EL PAÍS (6-12-78), y titulado El alcohol y el tabaco, mayores causas de muerte en España que la droga, un prototipo de pésimo periodismo. A pesar del título, el artículo viene presidido por una amplia foto en la que no se ven drogas, sino «productos químicos». El autor parece interesado en meter en el mismo saco a medicamentos, drogas (duras y blandas) y, finalmente, alcohol y tabaco. Todo ello es, además de tendencioso, inexacto. Comparar una droga que induce toxicomanía (heroína, por ejemplo) con un medicamento contra una infección urinaria me parece excesivo. Comprendo que ciertos medicamentos pueden producir hábito, como también producen hábito ciertos alimentos, ciertas bebidas (alcohólicas o no) y hasta ciertas lecturas. Pero, repito, meter en el mismo saco al medicamento en general, la droga, el tabaco y el alcohol me parece, cuando menos, poco serio.Ya puestos a meter cosas en el mismo saco, yo recordaría al autor del artículo que olvidó hablar de otra droga: «el opio del pueblo», es decir, la prensa. Hablo de la prensa capaz de sembrar la confusión en sus lectores que, ignorantes de tantos y tantos temas por razones obvias, se tragan «la píldora» sin saber siquiera que se la han tomado. Y esto puede dar lugar a una adición terriblemente peligrosa: el enfermo jamás tiene conciencia de la enfermedad que padece ni de su agente causal.
A mí me parece que si los medicamentos, como el coche, como los alimentos y como casi todo, pueden ser peligrosos, no dejan de serlo (¡y quién sabe si más seriamente!) también las noticias a medias y los rumores (toda verdad a medias, toda noticia imprecisa o inexacta no pasa de la categoría de rumor) que a menudo nos invaden desde una prensa que se jacta de libre e independiente, pero que no pasa de ser muy a menudo inconsistente, parcial e irresponsable.
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