El Gobierno portugués superó el debate sobre su programa
El Gobierno que preside Carlos Alberto Mota Pinto -el cuarto en Portugal desde las elecciones legislativas de 1976- venció ayer la prueba del debate parlamentario sobre su programa, pero deberá contar en el futuro con la oposición de socialistas, socialdemócratas y comunistas.
Las últimas horas del debate mostraron un Parlamento más dividido que nunca, confirmando así las impresiones pesimistas que prevalecen en Lisboa sobre la duración de este Gobierno y la solución de la crisis política permanente en que Portugal se debate desde la caída del primer Gobierno de Mario Soares, hace exactamente un año.El partido Centro Democrático y Social (CDS) ha sido el único que adoptó una actitud positiva en relación a la Composición del Gobierno con relación a su programa, reconoció el carácter «anormal y transitorio» de un ejecutivo que inicia su acción al margen de los partidos. Para el CDS se trata, sin embargo, de un mal menor: es necesario asegurar una estabilidad gubernamental mínima para permitir al país dedicarse a tareas más importantes: la recuperación económica y la preparación de la revisión constitucional.
El debate de ayer ha sido dominado por el auténtico duelo verbal protagonizado por los grupos parlamentarios socialista y socialdemócrata y que culminó con las intervenciones de los respectivos dirigentes, Mario Soares y Sa Carneiro.
Para el presidente del Partido Social Demócrata, el Gobierno Mota Pinto significa un nuevo paso hacia el divorcio entre el Parlamento y el poder ejecutivo. El Gobierno, dijo el líder socialdemócrata, no tiene apoyo parlamentario mayoritario, pero, sobre todo, no quiere hacer nada para intentar conseguirlo y se limita a la confianza del presidente de la República, ignorando que se le exige tener en cuenta las exigencias de los representantes del pueblo. Esta actitud tiene también incidencias políticas inmediatas, ya que, en opinión de Sa Carneiro, Mota Pinto rechazó las condiciones que le habían sido puestas por el Consejo Nacional del PSD por temor a enfrentar al Partido Socialista.
El secretario general del Partido Socialista jugó a fondo la carta de la moderación presentándose, una vez más, como el único preocupado en no agravar las tensiones políticas y sociales que ponen en peligro la estabilidad democrática.
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