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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Ante el Plan Energético Nacional: el papel de la empresa privada y su necesaria integración vertical

Presidente de AserpetrolEl Plan Energético Nacional, remitido por el Gobierno a las Cortes y hoy pendiente de estudio por la Comisión de Industria y Energía del Congreso, constituye un serio proyecto de planificar la producción y el consumo de energía en el país durante los diez próximos años. En tal sentido cabe destacar que se ha elaborado después de un estudio exhaustivo de la situación actual, no sólo en España, sino a nivel mundial, y que plantea unos objetivos que, quizás para algunos, no sean lo suficientemente amplios, pero que, desde luego, permiten vislumbrar una acción de Gobierno efectiva cara a dos principios que resultan fundamentales: uno, la moderación de los consumos energéticos para su adaptación progresiva a los recursos reales del país; el otro, la reducción al mínimo, también en forma progresiva, de la dependencia de las importaciones.

Por otra parte, el plan arranca del principio de flexibilidad y prevé, al respecto, la actualización de las estimaciones de la demanda energética cada dos años, o antes si las circunstancias lo requieren.

Estos son aspectos positivos del plan que nadie puede negar.

Son hechos ciertos en nuestra nación que, hasta hace poco, la demanda energética ha crecido excesivamente, sin que se aplicara un plan adecuado de conservación de la energía; que, globalmente considerados, los niveles de precios energéticos están por debajo de los reales y, desde luego, de la media europea; que la exploración de materias primas y, en especial, la de hidrocarburos, ha sido y es insuficiente, por lo que no se ha podido paliar con nuevos medios la fuerte dependencia exterior en el abastecimiento; que la actividad de la Administración en todos los sectores de la energía requiere una mayor coordinación, y que existe una notable fragmentación empresarial.

Estas circunstancias, que han incidido muy desfavorablemente en el balance energético nacional, son las que el plan pretende corregir y, por ello, se fijan como objetivos la moderación en los consumos y su adaptación progresiva a los recursos reales del país, fomentando cambios estructurales hacia esquemas productivos de menor consumo y de mayor generación de empleo, y proponiendo una reordenación administrativa del sector, más acorde con los problemas actuales. Todo ello, asegurando una oferta energética suficiente y diversificada.

Desarrollo de la energía nuclear, otra solución

Proyectando estas ideas básicas a los diferentes subsectores energéticos, Aserpetrol, en cuyo nombre escribo como presidente, entiende que el plan fija los objetivos concretos en cada uno de ellos. A partir de una demanda «objetivo», y siguiendo los criterios de reducir al máximo las importaciones y diversificar, también al máximo, las fuentes de suministro, el plan hace frente a un crecimiento superior en la producción de energía eléctrica que el que experimenta la demanda de energía primaria, de acuerdo con la tendencia que se observa en está forma de utilización de la energía, adoptando como solución, entre otras, la de proseguir el desarrollo de la energía nuclear. No obstante, los programas existentes en este campo se limitan un tanto, a fin de adecuar su desarrollo a la marcha de las previsiones del plan durante la vigencia de éste.

Las principales propuestas del plan en el sector eléctrico son: el perfeccionamiento de ciertas actividades que, como el enriquecimiento y el tratamiento de los residuos radiactivos, cooperan en mayor grado a la consecución de la independencia nacional en el abastecimiento; la optimización en la explotación del sistema eléctrico nacional, y, finalmente, la adecuación de las tarifas a la realidad.

Por lo que se refiere al subsector carbón, el plan contempla medidas de impulso a la exploración e investigación, tanto geológica como tecnológica; de análisis de estructuración y coordinación adecuadas de las instalaciones eléctricas para disminuir los «stocks» coyunturales de carbón, y, finalmente, de consolidación de la seguridad del mercado y del abastecimiento.

En cuanto se refiere al petróleo, que hoy constituye una pieza clave en el sector energético nacional por la gran dependencia de éste, en su totalidad, respecto de aquél, el plan, con un criterio francamente realista, prevé un cambio sustancial en la estructuración de la demanda, que tenderá a un aumento en el consumo de productos ligeros, con merma en el de fuel-oil, lo que va a significar un gran esfuerzo en las industrias refinadoras para acomodar sus esquemas de fabricación a esta circunstancia. Por otra parte, la lucha contra la contaminación va a exigir especificaciones más estrictas en los productos petrolíferos, lo que también ha de significar un esfuerzo industrial importante. Paralelamente, el plan prevé una intensificación de la investigación de hidrocarburos, pero debe incluir un apoyo real a las exportaciones de productos, a fin de aliviar los excedentes de capacidad existentes, con lo que, además, se producirá una ganancia en divisas por el valor añadido a los crudos.

Otro aspecto importante que, en materia de petróleo, aborda el plan es el de la reordenación de los intereses públicos en el subsector. Actualmente esos intereses se hallan repartidos entre el Ministerio de Hacienda y el Instituto Nacional de Industria, por lo que no se obtiene la coordinación deseada. Para alcanzar ésta y lograr, así, una integración vertical de actividades, el plan prevé, en forma gradual:

1. La coordinada reestructuración, dentro de cada grupo de empresas, por cada uno de los Ministerios competentes, a saber: el de Hacienda, a través de la Dirección General del Patrimonio del Estado, y el de Industria y Energía, a través del INI.

Opciones técnicas del Plan Energético Nacional

Sin embargo, el volumen de estas inversiones, en lo que se refiere a las instalaciones de cracking, que son necesarias para dar entrada en el país a otras energías alternativas, requerirán, a juicio del sector, un tratamiento financiero similar al previsto para otras actividades económicas.

Las líneas generales del Plan Energético Nacional, tal como quedan expuestas, permiten afirmar que las opciones técnicas que en aquél se contemplan, prescindiendo de los matices institucionales propios de las características de cada país, están en línea con el desarrollo de la actividad energética en el mundo occidental.

Por otra parte, no parecen existir otras opciones de tal carácter que puedan ser tan válidas como Ias que el plan ha decidido acometer, dentro del amplio marco de la economía social de mercado y de la libertad de actividades económicas que hoy son básicas en el ordenamiento constitucional español. Desde este ángulo es evidente que, en estos momentos, la pretensión de transformar las cifras básicas del Plan Energético podría situar al país en la grave coyuntura de una demora en la entrada en vigor de aquél, que no haría otra cosa que agravar los defectos institucionales que se pretende corregir.

Ante el ingreso en la CEE

Al tiempo sería necesario que cuanto se deja dicho antes respecto a la participación privada en el subsector de hidrocarburos, tuviera adecuado reflejo en el contenido conceptual del plan, a fin de que quede debidamente consolidado el papel que, ya a partir de estos momentos, tiene que jugar la iniciativa privada, verticalmente integrada, para lograr, precisamente, uno de los objetivos del mismo: la menor dependencia posible, no ya de adquisiciones en el extranjero, tema que no depende totalmente de actos de la Administración, sino de la actividad económica interior, sino ante la deseable circunstancia de nuestra integración en la Europa Comunitaria. Sólo con una presencia paralela de la empresa pública y la actividad privada en el subsector puede lograrse tal fin, y sólo mediante una normativa que facilite tal paralelismo se podrá utilizar el Plan Energético Nacional como arma idónea para los fines que persigue.

2. La coordinación de las indicadas participaciones públicas por una comisión única que supervisarán los mencionados ministerios.

No cabe duda que, una vez lograda esta meta final, se estará en presencia de un ente público de tamaño internacional y verticalmente integrado.

Discriminación de las empresas privadas

En este punto se echa de menos una referencia más expresa a las empresas privadas existentes en el subsector, cuyo tratamiento está, sin embargo, implícito en el plan. Estas empresas, que han prestado, y siguen prestando valiosos servicios al país, no deben quedar discriminadas frente al sector público por el Plan Energético Nacional, dándose los pasos necesarios para permitir también a la empresa privada su integración vertical, en paralelo a lo previsto para la actividad pública. De esta forma, mediante el acceso de las entidades privadas hoy existentes, de modo gradual, según corresponda, a todas las fases del ciclo petrolífero, se habrán conseguido dos objetivos de gran importancia para España que, de otra forma, no se conseguirían: hacer que las empresas privadas puedan servir de contraste a la gestión del ente público proyectado y, compitiendo con él, buscar el mejor servicio del consumidor, y que las inevitables transformaciones que nuestra integración en la Comunidad Económica Europea va a exigir, al operarse en la forma gradual indicada, no incidan, bruscamente y de forma negativa, sobre el subsector y consoliden, dentro de éste, los intereses nacionales públicos y privados, frente a a posibles intromisiones.

Las inversiones previstas en el PEN para el sector refino de petróleos, transporte y distribución coinciden, en líneas generales, con las estimaciones efectuadas por el sector.

De estas inversiones, el 50%, aproximadamente, corresponderían a la instalación de unidades de cracking, que incrementarán el valor añadido en nuestro país al valor final de los productos petrolíferos.

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