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El PCI incluye en el "compromiso histórico" la alternancia en el poder

Juan Arias

Concluyó ayer, después de tres días de intenso debate, la reunión del Comité Central del Partido Comunista italiano (PCI), que ha convocado el Congreso Nacional para el 20 de marzo en Roma.Aunque la discusión sobre las tesis que deberá aprobar el Congreso se ha celebrado en el más absoluto secreto, a puerta cerrada, las escasas indiscreciones filtradas parece ser que no existen novedades «clamorosas». Las novedades más importantes se refieren a la revisión del «compromiso histórico», incluyendo en él una política de alternancia en el poder y el mantenimiento del leninismo, liberado de dogmatismos.

Acosado por cientos de periodistas, el «número dos» del partido, Gerardo Chiaromonte, afirmó que la discusión sobre el texto base de las tesis provocó «continuas votaciones», en las que sus propuestas fueron derrotadas en varias ocasiones.

Según algunos rumores, se habría producido en los debates una grave divergencia de Pietro Ingrao, actual presidente de la Cámara de los Diputados, sobre la superación del leninismo. Chiaromonte lo desmintió y aseguró que Ingrao había aceptado el texto del Comité Central en el que más que una superación de Lenin se aborda la abolición de la «interpretación dogmática» de los clásicos del marxismo. Dijo textualmente: «Lenin continúa siendo para los comunistas italianos el más grande revolucionario de este siglo y no puede ser sometido a votación. »

Al parecer, las tesis del próximo Congreso insistirán en el «centralismo democrático» del PCI y en la necesidad de buscar un «camino nacional hacia el socialismo».

Quizá una de las mayores novedades en la tesis sea la nueva interpretación de la política del «compromiso histórico», considerándolo no sólo como un encuentro preferencial con las fuerzas católicas progresistas frente a la opción exclusiva de un frente de izquierdas, sino más bien como el reconocimiento de las tres mayores fuerzas políticas, democristiana, comunista y socialista, las cuales, en un juego democrático limpio, podrían, una vez terminado el período de emergencia política actual, alternarse al poder. Pero al mismo tiempo se advierte, como escribía ayer el diario La Repubblica, en un editorial muy duro, una tendencia cada día mayor de «una parte importante de la Democracia Cristiana, que considera que ha llegado el momento de romper la alianza con los comunistas, aunque sea a costa de elecciones generales anticipadas».

Mientras tanto, el jefe del Gobierno, Giulio Andreotti, supera escollo tras escollo para intentar salvar su Gobierno con el apoyo del presidente democristiano, Benigno Zaccagnini, mientras el sector más conservador de su partido ha vuelto a la carga en las acusaciones de «filocomunismo» motivadas con su decisión adoptada en Bruselas de aplazar la entrada italiana en el Sistema Monetario Europeo, como habían aconsejado comunistas y socialistas.

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