El primer ministro portugués quiere gobernar hasta 1980
La breve intervención del primer ministro, en el inicio del debate parlamentario sobre el programa de su Gobierno, precisó ayer muy claramente su posición sobre los problemas institucionales que están detrás de la crisis política que arrastra Portugal.
Carlos Mota Pinto afirmó que, gozando de la confianza personal del presidente Eanes, se consideraba investido de la necesaria legitimidad democrática. Pero como no se puede gobernar sin legislar, el Gobierno solicita de la asamblea «la autorización imprescindible para ejercer sus funciones en la plenitud de sus competencias hasta el final de la legislatura», es decir, hasta 1980.
Mota Pinto lanzó un desafío a los partidos: deben llegar a un acuerdo entre sí, para apoyarlo o para derrocarlo. Lo que aparece igualmente difícil, por lo menos a los dos más importantes: el Partido Socialista, que debe escoger entre dos males, elecciones anticipadas o un Gobierno y un programa claramente no socialista -se puede hasta decir «antisocialista»- y el socialdemócrata, que, aunque le guste manifiestamente el Gobierno y el programa, debe renunciar a su estrategia de elecciones anticipadas.
Al responder agresivamente a la no menos agresiva crítica del Partido Comunista, que le acusó de encabezar un Gobierno «lleno de personalidades conocidas por sus ideas reaccionarias», Mota Pinto reveló otro aspecto de su estrategia: aislar al Partido Comunista de todos los otros partidos parlamentarios, procurando reunir contra el partido de Alvaro Cunhal la llamada «mayoría presidencial» (PS, PSI) y CDS). Mota Pinto parece decidido a utilizar de nuevo la santa alianza anticomunista, que tanto benefició a Mario Soares y al PS en 1975.
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