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Giscard: "Francia debe ser el primer país en admitir la entrada de España en la CEE"

«Francia debe ser el primer país en admitir el principio político de la entrada de España, Portugal y Grecia en el Mercado Común», declaró ayer el presidente de la República francesa, Valery Giscard d'Estaing, en la séptima conferencia de prensa de su mandato, que, por primera vez, ante la prensa internacional, no se celebró en el palacio del Elíseo, sino en la Casa de la Radio. De manera especial trató el tema de la construcción europea, declarándose favorable a una Europa confederal en la que, en principio, la futura asamblea elegida por sufragio universal no gozaría de competencias nuevas.

«Europa es la organización política de un continente y no es posible excluir a países que pertenecen a este continente y que, además, tiene fronteras comunes con Francia», respondió el presidente a una pregunta a propósito de la ampliación de la Comunidad.El presidente francés, dueño de sí mismo, con la seguridad «que ofrece la perspectiva de los diez años que tiene delante para continuar gozando del palacio del Elíseo», según un periodista, dedicó los propósitos más importantes de su conferencia de prensa a la cuestión europea que, ocho meses antes de la elección del Parlamento por sufragio universal, domina la estrategia política de los nueve, y, muy particularmente, la de la clase política gala.

«Europa debe ser confederal», afirmó el señor Giscard. Y, esto por varias razones: primero, «para que nadie imponga su opinión a los demás». Segundo, porque si fuera federal estaría sometida al peso americano, que sería excesivo. Tercero, porque ningún país, hoy, aceptaría opciones que afectaran su política nacional a través de una política federal. Europa, en definitiva, hay que aceptarla tal como es históricamente, es decir, como un conjunto de países, con su propia idiosincrasia, que sólo caben en una estructura confederal.

A los temores expresados repetidamente por gaullistas y comunistas, «Europa estará dominada por los alemanes», el señor Giscard respondió categórico: «No lo estimo así. Tiene que existir un equilibrio y, para ello, Francia debe gozar de gran influencia. Otros dos o tres países también deberían ejercer un poder sensible». Y, naturalmente, el presidente galo fijó la doctrina oficial de su Gobierno, por lo que se refiere a los poderes de la futura asamblea que será elegida el próximo mes de junio

Parlamento Europeo: sin poderes ampliados

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El señor Giscard aclaró el problema eh la medida de lo posible, ya que cada cual, hoy en Europa, entiende que sólo él tiempo dirá hasta dónde llegará el proceso que va a desencadenar la práctica de un Parlamento elegido por sufragio universal directo.

El presidente resaltó que «la Asamblea, aunque elegida por sufragio universal, no adquirirá más competencias, ya que lo que cuenta son los tratados, y estos últimos confieren la misma legitimidad a las demás instituciones europeas». Estas instituciones vigentes, como el Consejo de Ministros o la Comisión Europea, sólo pueden tomar decisiones importantes por unanimidad, es decir, que para modificar el Tratado de Roma en el sentido de la ampliación de poderes del Parlamento Europeo sería indispensable la voz de Francia.

El señor Giscard no dijo que esto último no vaya a suceder nunca, pero destacó el procedimiento ineludible para llegar a esa revisión del Tratado de Roma: primero, una decisión de tal orden negociada por los Estados de la CEE. Y en segundo lugar, como dicha decisión afectaría a la Constitución francesa, sería necesario un referéndum o la reunión del Parlamento y del Senado para modificar la Constitución gala, y así acomodarlo al nuevo marco legislativo europeo que permitiría la extensión de poderes de la Asamblea Europea.

Apoyo al sha de Irán

El señor Giscard aprobó «las orientaciones políticas del sha de Irán», pero estimó que debiera realizarse en este país la liberación del régimen. Refiriéndose al ayatollah Khomeneiny, residente en Francia, reveló que el Gobierno «le ha recordado que Francia es tierra de asilo y no plataforma para hacer llamamientos a la violencia». El presidente lamentó la enfermedad del presidente Bumedian, «a quien le deseo un rápido restablecimiento, de igual manera que deseo reanudemos contactos en vista de una normalización de relaciones». El señor Giscard no estimó que la nacionalidad polaca del nuevo papa, Juan Pablo II, ayude a la distensión Este-Oeste, pero dijo que podría influir en los países comunistas en el plano religioso.

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