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La crisis de la información enfrenta a la izquierda italiana

Juan Arias

Los socialistas acaban de celebrar en Roma un congreso sobre Poder e información que ha sido considerado por los observadores como «la primera respuesta global a los graves problemas que tiene hoy planteados en Italia la crisis de información». El Partido Socialista quiso dar a este congreso el máximo de autoridad, movilizando sus mejores fuerzas culturales y políticas. Participaron también activamente representantes de las otras fuerzas, sobre todo comunistas, democristianos y republicanos.

El clima del congreso fue muy tenso y la polémica con los comunistas fue especialmente dura. Sobre todo por lo que se refiere a una apertura de los socialistas «a favor de los grupos privados contra la presencia pública», como escribió L'Unitá, órgano oficial del PCI. Según los comunistas, esta decisión de los socialistas de dar mayor espacio al «mercado privado de la información», hipotecando incluso una televisión nacional en manos de empresarios privados, es una «traición del ideal socialista», que había librado en el pasado tantas batallas para que «en esta sociedad dominada por la fuerza del dinero existiese un espacio real para la libertad de prensa y un verdadero pluralismo y una verdadera socialización de la cultura». Para los comunistas, esta postura socialista podría acarrear «graves consecuencias políticas y sociales». Pero el responsable de la política informativa del PSI, el joven Claudio Martelli, que es el brazo derecho de Craxi, líder de los socialistas, respondió con mucha decisión a esta amenaza: «No nos asustan las consecuencias políticas de nuestra decisión e invitamos a los compañeros comunistas a acabar con la distinción entre socialistas buenos y malos para mantener al Partido Socialista en una situación subalterna. Somos un partido renovado con un programa bien concreto y la gente nos juzgará por él.»

Un debate global

A pesar de esta polémica, los observadores reconocen al Partido Socialista el valor de haber abierto un debate global y claro en un tema tan delicado. Los socialistas dijeron abiertamente que la política actual de la información en Italia no está en línea con una sociedad moderna. Que al revés de otros países es el poder el que condiciona la información en vez de ocurrir lo contrario. Según los socialistas, es necesario poner en acción una verdadera revolución cultural en tres direcciones: una difusión más correcta de la información, un pluralismo que refleje todas las tensiones de la democracia conflictiva y una profesionalidad más elevada y más actual.El congreso hizo algunas confesiones amargas, sin pelos en la lengua, como que la tutela de los partidos sobre los periódicos y sobre la radio y televisión mortifica y humilla la liberta de información. Que el lenguaje que usa la prensa italiana es casi un código que entienden sólo los especialistas. Por otra parte, la izquierda debe hacer un examen de conciencia serio sobre la ideología de los medios de comunicación. Los periodistas tienen el derecho y el deber de mantenerse autónomos del palacio del poder. La revolución tecnológica debe convertir a los informadores en sujetos activos y no en objetos pasivos de los nuevos medios de producción.

Pidieron también los socialistas que se haga una reforma a fondo del orden de periodistas, que se facilite la llegada a la profesión a los mejores sin filtros ni privilegios políticos, y que hay que acabar con los obstáculos fascistas que aún quedan en Italia e impiden la liberalización de los puntos de venta y bloquean los precios impidiendo a los editores el cerrar las publicaciones pasivas.

Se advirtió también del peligro de hacer periódicos que no son ni populares ni de información porque quieren ser las dos cosas a la vez. Lo importante, se dijo, es cerrar los periódicos pasivos, y vender más haciendo periódicos mejores.

El punto de mayor polémica fue la afirmación de Ceschia, secretario nacional de la Federación de la Prensa, según el cual la represión de la información es igual en Occidente que en los países del Este. El escritor Ronchey invitó al democristiano Ceschia a ir a un quiosco a comprar el Pravda y el New York Times para ver si tiene aún el coraje de decir que sigue saliendo lo mismo de lo que pasa en el mundo leyendo uno y otro de estos des periódicos.

A los comunistas les ha disgustado mucho esta nueva actitud de los socialistas de favorecer más que en el pasado toda la iniciativa privada en el sector de la información y escribieron ayer en primera página de L'Unitá que si los socialistas abandonan la lucha por «la defensa del verdadero pluralismo» los comunistas «seguirán defendiendo esta bandera».

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