Millares de personas uniformadas de azul "tomaron" Madrid después del acto en la plaza de Oriente
Varias manifestaciones, motorizadas y a pie, recorrieron el pasado domingo diversas zonas de Madrid, después de la concentración celebrada en la plaza de Oriente, con motivo del tercer aniversario de la muerte de Franco. De ellas salieron gritos contra el Rey, la Constitución, el presidente del Gobierno y el ministro de Defensa, así como incidentes en los que se vieron envueltos numerosos ciudadanos, y que dieron lugar a que las fuerzas de orden público practicaran ocho detenciones. Incluso a medianoche del lunes, docenas de automóviles, cuyos ocupantes portaban banderas nacionales, interrumpieron el tráfico en la Puerta del Sol y ovacionaron a los policías de servicio en la Dirección General de Seguridad, y diversos incidentes en el barrio de Argüelles.
Al término del acto de la plaza de Oriente, los manifestantes desalojaron la misma en tres direcciones -una hacia el Viaducto, con intención de torcer hacia Mayor, lo que no pudieron hacer por impedirlo la barrera policial; otra hacia Arenal y la Puerta del Sol, y la tercera hacia la plaza de España. Las dos primeras se diluyeron posteriormente; no así la que recorrió la plaza de España y calle Ferraz, en dirección a la Moncloa, de la que salieron gritos contra el teniente general Gutiérrez Mellado -acusándole con palabras fuertes, de ser un cobarde-, así como canciones que con letra de una tonadilla popular, deseaban al Rey «que se quede en México y que no vuelva más».
Policía ovacionada
Las numerosas dotaciones de la Policía Armada que cubrían la zona situada alrededor de la plaza de Oriente fueron muy ovacionadas y vitoreadas por los manifestantes, que gritaban «Menos amnistías que matan policías». Las fuerzas de orden público mantuvieron, en general, una actitud serena; muchos de sus miembros sonrieron y saludaron a quienes les vitoreaban.No obstante, las órdenes de la autoridad gubernativa fueron cumplidas y, así, no se permitió el paso por el tramo de la calle Mayor donde están situados el Gobierno Civil y la Capitanía General -ésta última se encontraba custodiada por la Policía Militar-, ni tampoco concentraciones ante la Dirección General de Seguridad y el Congreso de los Diputados. Un grupo que intentó acercarse a los números 3 y 5 de la calle Castellana -sede de la vicepresidencia segunda del Gobierno y el Ministerio del Interior- fue disuelto por la policía y detenidos cuatro de sus componentes cuando proferían gritos contra las instituciones del Estado.
El total de detenidos durante la jornada del domingo asciende a ocho, según fuentes del Gobierno Civil de Madrid, todos ellos por actos ocurridos con posterioridad a la concentración en la plaza de Oriente.
Partidas de la porra
Varios millares de automóviles, cuyos ocupantes enarbolaban banderas nacionales, recorrieron todo el centro de la capital durante horas, una vez finalizado el acto de la plaza de Oriente, acompañados por jeeps dotados de instalaciones megafónicas que difundieron marchas e himnos diversos.Una de dichas patrullas agredió a los ocupantes de una unidad móvil de Radio Nacional de España, en la avenida José Antonio, y abollaron el vehículo; otras más molestó al profesor Tierno Galván, presidente de honor del PSOE, cuando almorzaba en un restaurante. Cuatro manifestantes fueron detenidos por la policía por vestir uniformes paramilitares. Cinco personas provistas de porras penetraron en un bar de la calle Hermosilla y agredieron a una persona, e igualmente se produjeron entradas espectaculares en otros establecimientos públicos.
Uno de los incidentes más serios se registró a las 8.20 de la tarde, al irrumpir en el bar La Chavela una veintena de jóvenes uniformados con camisa azul. Los citados individuos entraron armados con cadenas, rompieron los cristales del establecimiento, lanzaron un cóctel molotov -que sólo desprendió humo- y llamaron rojos a los clientes. Como consecuencia de estos hechos la policía detuvo a J. M. L., que, según informa Europa Press, fue identificado por varios clientes como participante en el suceso.
Sobre las once de la noche, una docena de jóvenes uniformados irrumpieron en el drugstore de la calle de Velázquez, donde conminaron a los presentes a cantar el Cara al Sol. Al parecer, una persona resultó herida con arma blanca.
A diferencia de lo que posteriormente iba a producirse, el acto de la plaza de Oriente se desarrolló sin incidentes. Comenzó con puntualidad, a las 12.30 de la mañana, cuando todavía bastantes personas se acercaban a la plaza por las calles adyacentes, pero sin que en el interior de la misma hubiera problema alguno para situarse donde cada cual quería. Se circulaba con fluidez por el interior de la plaza -excepto en la zona central- y, a diferencia de ocasiones anteriores, el ambiente estaba menos caldeado, pese a la excelente temperatura.
La principal preocupación de muchos de los asistentes era, hacerse una idea de las dimensiones de la concentración, lo que podía apreciarse en numerosos comentarios -«mañana dirán que éramos diez o doce», «luego dirán que aquí no había un millón»-, al mismo tiempo que en todas las calles de acceso a la plaza, y aún en la plaza misma, se efectuaba un intenso tráfico comercial: venta de boinas, pañuelos, insignias; venta de periódicos y revistas -El Alcázar, Iglesia-Mundo, prensa falangista-; venta de fotografías enmarcadas de Franco, toda clase de huchas para ayudas diversas, etcétera.
Los oradores
El primer orador, Jesús Evaristo Casariego, de la Comunión Tradicionalista, destacó que Dios ha dejado de ser norma y guía de los españoles; afirmó que aquí no hay Estado de Derecho, y que gobiernan los terroristas; recordó sus heridas de guerra, y realizó una prolija reconsideración de los desastres constitucionales españoles.Blas Piñar, presidente de Fuerza Nueva, segundo orador, hizo un discurso que podría considerarse moderado en relación con anteriores intervenciones públicas. Recurrió abundantemente a la retórica; dijo que Franco y José Antonio personifican el alma de la Patria; y sólo descendió un par de veces a la condenación de la política actual, logrando en ambos casos encender el entusiasmo de muchos de los asistentes, que corearon el grito de «¡Caudillo Blas Piñar!».
Raimundo Fernández Cuesta se mostró más beligerante, desde el punto de vista verbal, contra el actual sistema político y la democracia que se quiere implantar. Y finalmente, José Antonio Girón, presidente de la entidad convocante -Confederación Nacional de Combatientes- no rechazó de modo tajante a la democracia como sistema político, sino que dedicó todos sus ataques a la necesidad de cerrar el paso a los que quieren una democracia marxista para España.
Además de los líderes, asistieron, como espectadores, Antonio María de Oriol, Ezequiel Puig y otros políticos.
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