Fumar o no fumar
Durante el transcurso del ciclo de conferencias «Reformas estructurales pendientes», organizado por el Colegio de Economistas de Madrid y que están siendo desarrolladas en el salón de actos del Instituto Nacional de Industria, los asistentes nos estamos viendo sometidos a la férrea y eficaz vigilancia de un ordenanza del Instituto que impide que se fume dentro de la sala de conferencias. Se supone que simplemente cumple con su obligación de advertir a todo aquel que, al no existir avisos en contra, se dispone a encender plácidamente un cigarrillo.Pues bien, cuando el primer .conferenciante, Julio Segura, intentó fumar, ya en el coloquio, tras la charla del primer día, el susodicho vigilante, subiendo al estrado, le advirtió de la prohibición.
Al día siguiente el conferenciante era el ministro de Comercio, señor García Díez. Junto a él en la presidencia, el vicepresidente del NI, señor Azpilicueta, y miembros de la junta de gobierno del Colegio de Economistas. Se repiten exactamente las mismas conductas: el conferenciante, al comenzar el coloquio, se dispone a encender un cigarrillo. Duda el ordenanza, al fin sube, se dirige al ministro, pero parlaffienta con el señor Azpilicueta, quien le releva de cumplir con su obligación de advertir al deseoso de fumar de la prohibición de hacerlo.
El propio conferenciante susurra, imaginamos los presentes, una consulta al respecto, que es contestada afirmativamente con asentimientos y. sonrisas del alto directivo del Instituto. Y aún, por señas, desde el estrado -quizá distrayéndo la atención de más de uno-, el vicepresidente del INI logra, hacerse entender por el ordenanza, quien sale a buscar un cenicero.
Por supuesto, el resto de los asisfentes instalados en el salóñ nos seguimos viendo sometidos a la disciplina establecida.
La democracia es, entre otras cosas, respeto a los demás e igualdad en el cumplimiento de las normas generales.
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