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A punto de normalizarse la producción de petróleo en Irán

Los 37.000 obreros del petróleo podrían reanudar hoy el trabajo, según una nota del Gobierno militar dada a conocer aquí. En la nota se dice que el comité de huelga de la industria petrolera ha emitido un comunicado en el que informaba que el sha les ha prometido atender sus demandas políticas y que en reconocimiento los obreros vuelven a sus tareas «para no causar más perjuicios al país».

Si estas tan optimistas como inesperadas declaraciones llegasen a transformarse en realidad, el sha de Irán y su Gobierno militar habrían ganado quizá la batalla más importante por sus propias supervivencias, aunque la huelga le haya costado al país ya ochocientos millones de dólares.Las exigencias políticas del sector petrolero que, según el Gobierno, el sha ha prometido atender, son realmente difíciles de satisfacer. En esencia piden: amnistía general, democracia islámica, eliminación del poder autocrático y dictatorial, monarquía constitucional y eliminación de una gran parte de la asistencia técnica extranjera.

El fin de la huelga, a pesar de las declaraciones oficiales y de las indudables presiones que se ejercen sobre los huelguistas, resulta dudoso aún para muchos observadores. Entre otras cosas, porque los líderes religiosos y la oposición parecían haber cambiado de táctica la semana pasada y decidido precisamente concentrarse en el mantenimiento de la huelga del petróleo que para ellos, como para todos, es la que en verdad puede acabar con el propio Gobierno militar y el sha. Se habían previsto colectas de fondos para los obreros del petróleo en huelga y facilitar el que éstos pudiesen resistir económicamente.

Ayer también en la zona del Bazar se produjeron intentos de concentración de masas que fueron dispersados por el Ejército con sus habituales métodos expeditivos de disparar contra los manifestantes. El Bazar es un complicado sistema de zocos, banca, mayoristas de comercio e intermediarios. Es un sistema tradicional de poder económico que coexiste junto a un reciente sector financiero y comercial moderno. El Bazar es el que más apoyo presta a los líderes religiosos y el que con más ardor combate al sha, que en la última década ha tratado por todos los medios de recortarles influencias y poder.

Varios grupos de oposición, con exclusión del Frente Nacional cuyos principales líderes han sido encarcelados de nuevo, dieron a conocer ayer un documento en el que acusan al Gobierno de fomentar la violencia.

Aunque la reanudación del trabajo en los campos de petróleo se logre realmente, el sha y el régimen militar tendrán, no obstante, que pasar por otra importante prueba el mes de diciembre próximo (Moharran en el calendario musulmán) de conmemoraciones religiosas. El 10 de Moharram (11 de diciembre) los chiitas conmemoran la muerte en emboscada, hace trece siglos, en Irán de Hussein, tercer imán, descendiente directo de Ali, sobrino del profeta Mahoma, de quien los chiitas persas hacen partir la legitimidad de la herencia religiosa.

La importancia de este mes de duelo en Irán puede fácilmente comprenderse si se tiene en cuenta que en todo el país existen 80.000 mezquitas, que son, a diferencia de las iglesias cristianas, lugar de reunión religiosa y política, trescientas escuelas teológicas, 180.000 mullahs (sacerdotes), 1.200 ayatolas y seis grandes maestros ayatolas. El Ejército, que ese mes se vería en la disyuntiva de permitir la concentración masiva de fieles en las mezquitas y la posibilidad de disturbios, o prohibir esas concentraciones, lo cual llevaría irremisiblemente a enfrentamientos, ha optado por una fórmula intermedia igualmente problemática: permitir las concentraciones religiosas en las mezquitas pero hacer responsables por los desórdenes a los sacerdotes.

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