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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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El Ayuntamiento de Madrid discrimina a la mujer

Francisca Sauquillo

Candidata por ORT a la alcaldía de MadridSegún el informe publicado en EL PAÍS SEMANAL de 5 de noviembre, resultado de una encuesta a muestra representativa de madrileños, el 53%, el 66% y el 62% de los entrevistados opinaban que la estatura, el color del pelo y el peso, respectivamente, no eran aspectos importantes a considerar en el futuro alcalde. Pero sí es importante, por lo visto, que el alcalde sea varón o mujer. El 58,9% opinaba que debía ser varón.

No pretendo, en absoluto, negar objetividad y rigor a la encuesta. Al contrario, la doy por válida e intento avanzar y profundizar en el dato.

En cierto modo, ese resultado es lógico. No están acostumbrados los ciudadanos de este país a ver demasiadas mujeres en los ayuntamientos. En 1964, sólo 62 mujeres ocupaban el puesto de alcalde y sólo 685 el de concejal, en todo el Estado.

A las notas que han caracterizado los ayuntamientos del franquismo (uniformidad, impenetrabilidad, administrativización, etcétera) hay que añadir otra que no suele estar recogida en los tratados sobre el tema: su discriminación a la mujer.

¿Puede extrañar, si los ayuntamientos -como la Administración toda, como la sociedad toda- se han regido por normas discriminatorias, que tal porcentaje de madrileños estime que el alcalde de Madrid debe ser varón?

De los resultados de una encuesta realizada ya hace algún tiempo por el Instituto de Estudios de la Administración Local se deduce que mientras las «alcaldesas» tienen las mismas dificultades que los alcaldes para el desempeño de sus cargos, las «concejalas» tienen, además de los problemas inherentes al cargo, los derivados de su condición de mujer, cortapisas, limitaciones y restricciones que imponen los señores alcaldes.

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No basta con que España se ponga al día en la firma de declaraciones de la ONIT que no habían recibido aún respaldo oficial. Es preciso llevarlas consecuentemente a la práctica.

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, en 1967 una Declaración sobre Eliminación de la Discriminación contra la Mujer.

¿Existen en el Ayuntamiento de Madrid leyes, costumbres, reglamentos y prácticas que constituyen una discriminación contra la mujer? Veamos.

Si una mujer quiere concurrir a algún puesto de trabajo del Ayuntamiento madrileño, nos encontramos con el siguiente cuadro:

Primero. Hay trabajos que pueden ser ocupados por la mujer, como pueden serlo por el varón, tales como técnicos de la Administración, «general o especial», auxiliares administrativos, ATS, profesores especiales, auxiliares tituladas de archivos, celadoras, cocineras, amas de gobierno, telefonistas, etcétera.

Segundo. Hay otros cuerpos especiales de mujeres, en los que trabajan también hombres, tales como profesoras de educación física, operarias de limpieza, visitadoras sanitarias, vigilantes de evacuatorios, asistentes sociales, costureras, gobernantas, etcétera.

Entre estos cuerpos especiales cabe destacar en la Policía Municipal la quinta agrupación, la femenina, de Policía Femenina. de Tráfico, cuya denuncia acerca de un mayor rigor con esa agrupación que con el resto por parte del inspector de disciplina, además de otros extremos, se ha hecho recientemente pública en los medios informativos.

Tercero. Existe, además, un conjunto de trabajos en el Ayuntamiento de Madrid que impiden el acceso a la mujer porque en los concursos-oposiciones para provisión de plazas se exige, entre otros requisitos, el de «ser varón».

Como es de suponer, no existe en el Ayuntamiento estudio alguno que dé cuenta de su propia práctica discriminatoria.

Con posibilidad de incurrir en algún error, los cuerpos para los que se exige necesariamente ser varón y se discrimina, por tanto, a la mujer, son los siguientes: artes gráficas (Administración especial), recaudadores, abastos (mataderos y mercados, saneamiento, operaciones de limpieza, parques y jardines, bomberos, centros de protección animal (operarios), talleres generales...

¿Es posible que alguien pregunte -remedando el título de una conocida película- «¿Qué hace una mujer en un sitio o puesto de trabajo como ése (los citados)?» En las empresas privadas, con trabajos similares a los citados, trabajan mujeres. Por otro lado, ¿cómo puede defenderse que la atención a los parques y jardines municipales deba ser exclusivamente prestada por quienes son varones? ¿Cómo puede excluirse de esta tarea el 52% de la población? ¡Dónde te han dejado, pobre literatura romántica -y antifeminista- que asociaba a la mujer a la flor!

Francisco Umbral (véase EL PAÍS del 10 de noviembre), en uno de sus excelentes trabajos imaginativos, cuenta que Carmen Díez de Rivera lo que quiere ser -y así se lo pide a Tierno Galván- es delegada municipal de Parques y Jardines. Podría serlo en cuanto que ése es un cargo de directo nombramiento del alcalde (uno de los aspectos este de los concejales representativos, a revisar en la ley Especial de Madrid), pero no podría serlo, ni ella ni muchas miles de Cármenes, si deseara ingresar en el Departamento Municipal de Parques y Jardines de Madrid.

Debe cesar esta práctica discriminatoria del Ayuntamiento madrileño.

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