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Tercer aniversario de los acuerdos de Madrid

El rey Hassan II, en Washington, busca armas y apoyo para la guerra del Sahara

El rey de Marruecos, Hassan II, llegó ayer a Washington para iniciar hoy una visita oficial a Estados Unidos, cuyo propósito principal -la búsqueda de suministros militares y apoyo político para la crisis del Sahara- está siendo relegado a un segundo término en los medios informativos, como consecuencia de unas declaraciones del monarca alauita sobre Oriente Próximo.

En una entrevista con Flora Lewis, corresponsal del New York Times en Europa, el rey de Marruecos afirmó que el presidente Jimmy Carter dio garantías al líder egipcio, Anuar el Sadat, de que el sector este de Jerusalén debe volver al control árabe y de que Cisjordania y Gaza alcanzarán la independencia.No hay acuerdos secretos

Funcionarios norteamericanos se apresuraron a indicar que no existe ningún tipo de acuerdos secretos en la cumbre de Camp David y que Jimmy Carter no dio ningún tipo de «garantías» o de «compromisos» sobre Jerusalén o Cisjordania. En la citada entrevista, Hassan II señaló que si no hubieran existido esas «garantías» de Carter a Sadat, su viaje a Estados Unidos se habría celebrado en otros términos o podría haberse suspendido. El viaje que ayer inició el monarca alauita ha sido suspendido en cinco ocasiones durante los últimos ocho años.

Estrecho aliado de Norteamérica durante años, Hassan II es uno de los pocos líderes árabes que ha apoyado los acuerdos de Camp David y que ha realizado entre bastidores gestiones mediadoras. Este apoyo, junto con la intervención marroquí al lado de las potencias occidentales en la guerra de Shaba, en Zaire, el pasado mes de junio, son los principales triunfos que el monarca de Marruecos trae en su mano para conseguir lo que quiere de la Administración Carter.

Las peticiones son de sobra conocidas: un sistema de detección electrónica para instalar en el Sahara, valorado en doscientos millones de dólares, y diverso equipo bélico antiguerrilla por valor de otros cien millones. Además, Hassan tratará de conseguir si no el reconocimiento por parte de Washington de su soberanía sobre el Sahara, sí al menos la modificación de los acuerdos secretos, en los que se prohibe a Marruecos usar armas norteamericanas fuera de sus fronteras.

Oposición en el Congreso

La restricción ha sido ignorada por Hassan, que ha empleado los cazabombarderos T-5 en su guerra contra el Frente Polisario, pero existe fuerte oposición en el Congreso norteamericano al suministro de nuevas armas o al reconocimiento de la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española.

Carter deberá elegir entre apoyar la iniciativa francesa de paz o suministrar a Hassan el material de guerra. Pero en el telón de fondo figura también el excelente comercio con Argelia, las importaciones de gas natural -cerca de 3.000 millones de dólares- y la influencia en el Congreso del lobby que favorece este comercio. En el otro lado de la balanza está la actitud argelina contra Camp David y sus relaciones con la URSS, algo que Hassan II tratará de resaltar en sus conversaciones.

La influencia del monarca aluita sobre el presidente egipcio no puede ser tampoco menospreciada por el Gobierno norteamericano, que redobla sus esfuerzos actualmente para conseguir la firma de un tratado de paz entre Israel y Egipto. Y Hassan II, con sus declaraciones al New York Times, se ha encargado de colocar esta influencia en el primer plano de la actualidad.

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