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Entrevista:

"El urbanismo es el resultado del conflicto social económico y del momento"

Sin duda alguna, en la futura historia de París el arquitecto catalán Ricardo Bofill figurará como el protagonista del «agujero» probablemente más célebre de la historia del planeta o, al menos, el que se ha revelado como el más difícil de rellenar. El alcalde de la capital francesa, Jacques Chirac, al suspender recientemente las obras que realizaba el arquitecto español ha puesto fin a un capítulo más del folletón des Halles, el antiguo mercado parisiense que, desde hace más de ocho años, confronta a todos los poderes, públicos estatales y municipales, a todas las tendencias del urbanismo y, en definitiva, por tratarse también del corazón de «la capital más bella del mundo», replantea y actualiza el problema de la gran ciudad en el mundo moderno. Nuestro corresponsal en París dialogó con el señor Bofill sobre los diversos aspectos de su «caso».

EL PAIS. Tras la suspensión por el señor Chirac de las viviendas sociales que usted realizaba en Les Halles, ¿en qué situación se encuentra su proyecto?Ricardo Bofill. Las obras están paradas. Ahora bien, yo he iniciado un pleito contra el alcalde de París, basándome en la situación ilegal de este último. El señor Chirac no tiene derecho ni a parar las obras ni a destruir el edificio y, por añadidura, tampoco cuenta con otro proyecto. Por todo ello, desde el punto de vista de la ley, mi situación es favorable.

P. El señor Chirac anunció que le ofrecería otras realizaciones; ¿no cabría un entendimiento?

R. Para que yo desaparezca de Les Halles tienen que cumplirse tres requisitos: primero, que el procedimiento legal, que durará un año por lo menos, llegue a su término. Segundo, que se respeten mis ideas sobre Les Halles, es decir que no se construya ningún edificio y que el antiguo mercado sea un jardín. Tercero, que se me ofrezca un proyecto interesante y seguro perfectamente garantizado bajo todos los aspectos.

P. La oposición que practica el señor Chirac con usted se dice que en parte, procede del título que se te atribuye de «arquitecto del presidente». Valery Giscard d'Estaing.

R. Yo no soy el arquitecto del presidente. Lo conocí cuando era ministro de Finanzas porque deseaba construyera el Ministerio que él dirigía. Después, cuando él perdió el control directo de Les Halles y surgieron dificultades de todo orden, se ha inhibido. Por favor, sobre este punto, que las cosas se clarifiquen: trabajo en Francia desde 1970, he aportado ideas urbanísticas de todas las maneras, en congresos, en la UNESCO, en declaraciones, a todos los niveles, he inspirado a todos los partidos políticos, el presidente hace gala de mis ideas. En pocas palabras: he demostrado que soy la personalidad urbanística más importante de este país. Al margen de Les Halles.

P. ¿Cree usted que la «guerra» política Giscard-Chirac ha influido en la decisión que ha tomado el alcalde sobre su obra?

R. Totalmente. No hay más que examinar el proceso de reconstrucción de Les Halles desde hace ocho años: todas las ideas de Giscard son las mías, y las de Chirac son las contrarias. Por otra parte, esto es normal, porque si se analiza el comportamiento de los dos hombres en cualquier aspecto se verá que continuamente juegan el uno contra el otro. Y, en todos los casos, empezando por el de Les Halles, cuando Giscard no domina la situación, juega a la contra, es decir, dificulta la acción de Chirac. Y viceversa, aunque con métodos distintos por parte del alcalde de París.

P. También ha dicho un cierto tipo de prensa que su éxito en Francia se debe, en parte, a sus relaciones con la hija de Giscard.

R. Hace falta toda la insensatez posible para imaginar semejante aberración. ¿Cómo es posible imaginar que mi amistad con la hija mayor de Giscard haya podido influir en nada? Todos sabemos que los hombres políticos son inexorables incluso con sus hijos cuando se trata de un asunto político, en fin esto es ridículo.

P. La opinión pública, por otra parte, acogió bastante bien la decisión del señor Chirac. ¿Cómo aprecia usted este aspecto del problema?

R. Vamos por partes: los comunistas protestaron contra el hecho consumado que significó la actitud del alcalde. Con Mitterrand cené el martes último en Lille, en la fiesta socialista para promocionar el Parlamento Europeo, y so consejer cultural, Jacques Lang, me aseguró que la declaración negativa del consejero socialista de París, George Sarre, fue personal y que pensaban desmentirla. La periodista de Le Monde que firmó un artículo halagando la decisión de Chirac, como la mayoría de los periodistas franceses, se encoge de miedo cuando habla la autoridad. La orden de arquitectos me odia porque soy español y por no sé qué historia de diplomas, pero el sindicato de arquitectos (jóvenes) ha declarado que debo ser el arquitecto-jefe de Les Halles. Por otra parte, alguna prensa ha reaccionado con chauvinismo, porque en este momento de crisis económica resurgen las defensas nacionalistas y no se admite que un extranjero construya en el centro de París. También se ha dicho que soy petulante, pretencioso. Pues bien, cuando conozco una materia, digo que la conozco. Nada más. Diré, sobre esto, qué ni Chirac, ni ningún arquitecto francés ha aceptado medirse conmigo en la televisión francesa en un debate sobre urbanismo. En fin, quiero añadir que tengo contactos con el consejero urbanístico del palacio del Elíseo y que me aconseja sobre el futuro de este asunto. Por el contrario, emisarios de la alcaldía me chantajean, por un lado, advirtiéndome que pueden dificultarme otras obras que realizo en París. Y, al mismo tiempo, me sugieren algún otro proyecto.

P. ¿Qué enseñanzas ha sacado de este folletón, sin terminar aún, de Les Halles?

R. En primer lugar, a nivel filosófico, diría que hoy el racionalismo francés y el pragmatismo anglosajón sirven para hacer máquinas perfectas, pero no para realizar ciudades. En segundo lugar, el urbanismo, hoy, es el resultado del conflicto social, económico y político del momento, es decir, el urbanismo debe ser un proyecto que realice un consenso entre todas las fuerzas componentes de la sociedad en la que se vive. Para esto último, naturalmente, al arquitecto le es necesario conocer el sistema de la sociedad en la que construye.

P. A lo largo de su actuación en Les Halles, algunos aprecian que un español sepa tratar a los franceses sin el tradicional complejo de inferioridad y sin machismo.

R. Naturalmente, actuar a lo don Quijote es necio. Hay que conocer, en primer lugar, los dossiers. Y después se trata de ser normal, es decir, ni macho, ni inferior.

P. En definitiva, ¿qué impresión mantiene todavía, dos semanas después de la bofetada de Chirac?

R. Lo de la bofetada ya lo veremos. Hoy, lo que aprecio es que todo el mundo empieza a plantearse cuestiones sobre las posibilidades de que Chirac realice Les Halles.

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