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Una puerta que no se abrió, causa directa de las muertes de Calahorra

La tragedia del bingo Lope de Vega, de Calaborra, donde perecieron cinco personas y resultaron heridas dieciocho, dio comienzo a las 23.15, cuando se jugaba el cuarto cartón de la noche. Media sala de juego se quedó a oscuras y alguien dio la alarma de fuego junto a la salida principal. Sin histerias, según todos los testigos, el público, compuesto por unas noventa personas, se dirigió hacia las dos puertas de salida de urgencia. Una comunica directamente con la calle, y en ella la tragedia alcanzó su clímax; la otra comunica con el cine.

Todo parecía dominado hasta que se abrió la puerta que comunica con el cine, según el cajero del bingo, Florencio Herce, que salía entre los últimos con el dinero de la recaudación. Debido a la corriente, las llamas se lanzaron en chorro, arrastrándose y retorciéndose por el techo y paredes en dirección a esa puerta. Hasta él mismo tuvo que correr, dejando caer el dinero para alcanzar la salida. De allí, las llamas penetraron en los pasillos del cine, donde el público también trataba de alcanzar la calle entre una densa cortina de humo. Afortunadamente, en el cine sólo había una treintena de personas, y casi todas pudieron salir por la puerta, a excepción de un pequeño grupo, que a través de los retretes alcanzaría el tejado y pasaría al edificio contiguo. Los demás se lanzaron hacia las puertas de salida, cuyos cristales rompieron a cuerpo limpio a causa de los empujones de los que venían detrás.

La puerta que no se abrió

Mientras tanto, en el interior del bingo, un pequeño grupo de diecisiete personas quedaba atrapado junto a una pequeña puerta de urgencia. Uno de los camareros, Carmelo Toledo, que fue posteriormente trasladado a Zaragoza en una ambulancia, había entrado nuevamente en la sala con el fin de abrir con una llave esta puerta. Su intento fue vano, y lo único que pudo hacer fue golpear la puerta con el fin de que les ayudasen desde la calle.Dos heridos, que lograron escapar a través de esta salida con quemaduras en la cara y en las manos fueron Higinio Rodríguez Calatayud y Pedro Pérez Pérez. En la policlínica de Calahorra explicaban luego cómo se apelotonaron todos contra la puerta mientras las llamas se precipitaban contra ellos.

El difícil rescate

En la calle, la situación también había tomado características dramáticas. Las llamas que salían del edificio habían alcanzado tres coches estacionados en las proximidades, uno de ellos era una antorcha de hierros que se retorcían entre pequeñas explosiones; los otros dos ardían por algunos puntos.Algunos testigos se lanzaron contra la puerta de urgencia para tratar de abrirla al escuchar los golpes de los encerrados. Leonardo Lorente y Pedro Setuain estaban allí cuando la puerta cayó derribada. Rápidamente ayudaron a salir a los heridos, entre ellos el camarero Carmelo Toledo, que aún tenía una llave en la mano. Los heridos eran cargados en los coches que transitaban por la calle.

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Pero no todos pudieron ser rescatados. Leonardo Lorente contaba: «Rompimos la puerta y empezamos a sacar gente hasta que no pudimos más. Aún recuerdo a uno que se quedó chillando; estaba a un metro de nosotros, pero no podíamos sacarlo; al final conseguimos entre las llamas cogerlo del brazo, pero nos quedamos con su brazo medio quemado entre las manos.»

Entre los bomberos y voluntarios empezaron a abrir boquetes en las paredes del edificio; sin embargo, cada boquete era una chimenea de llamas y humo. Al final, los bomberos lograron entrar dentro del edificio, donde yacían cuatro personas

Los heridos fueron trasladados a la policlínica de Calahorra, donde habían acudido ambulancias de Logroño con plasma. Desde la policlínica todos los heridos con quemaduras, salvo dos, fueron trasladados a Zaragoza.

José María Toledo, propietario del local, declaró que se desconocían las causas del incendio. El local del bingo quedó totalmente destruido, y el del cine gravemente deteriorado.

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