El paquete
Al parecer, hay en Correos un paquete sospechoso, detenido, a mi nombre. ¿Van a abrir los artificieros el paquete? Me dice Pepe el motorista que anda preocupado con el paquete.Andrés Amorós me envía en separata su ensayo -inteligente y claro- sobre «El apocalipsis irónico de Torrente Ballester». ¿Será el apocalipsis tipo goma-2 lo que me viene en el paquete? Rosemary Fisher, de Glasgow, me escribe una carta rosa para hacer una tesina sobre mí, como tantas otras señoritas extranjeras. (Las extranjeras te hacen una tesis y las españolas suelen hacerte un hijo.) ¿Será el paquete un ramo de flores que me envía Rosemary desde la carbonífera Glasgow?
Mi querido Paco Martín Abril, azoriniano y proustiano de nuestro Valladolid de entonces, ha iniciado en Informaciones una sección titulada «Ver pasar». ¿Ver pasar el qué, Paco? ¿Las bombas? Porque ahora es lo único que pasa. A Luis Marañón le premian una novela en Alicante y ahora se niegan a publicársela, como cantan las bases. He escrito un artículo en defensa de Luis. ¿Será el paquete el original de la novela, que me lo envía el Ayuntamiento de Alicante como venganza, para que me lo lea? Lo releeré con gusto, porque ya conozco el libro. ¿Qué será-será el paquete? A lo mejor, exógeno/endógeno/hidrógeno, pero ambientado tipo cine, para despistar.
Alvaro Pombo, la última gran revelación de la literatura galaico/madrileña, me escribe larga y enjundiosa carta. ¿Será él quien me pone un paquete con sus originales en latín? Porque estoy seguro que, cuando no le ve nadie, hasta la cuenta del mercado la hace en latín. Tomás Guirado me cuenta de esa familia que vive en un pasillo del Metro. Guirado llama al Metro «gran zoco marginal, punk, mercantil, golfo y libertario». Yo he visto a esa familia: dos niñas rubias, tiradas en el suelo sobre una manta. La familia ha salido en El Caso y en el Ya. El nacionalcatolicismo y la Biblia Nácar-Colunga y Pepi Cascarrabias tienen mucha sensibilidad para estas cosas.
El padre se llama Jacinto Martín Cubero. Es camarero, les han echado de un piso de Móstoles, está parado. La madre tiene la cabeza baja. Guirado llama a las estaciones del Metro sucursales de la miseria. Guirado sabe escribir. ¿Por que quienes malpierden su tiempo en poner bombas a los periodistas no arreelan la Patria poniendo paquetes de chorizo a los niños que pasan hambre en el Metro?
Guirado dice que mi columna es «un periódico dentro del periódico». Lo de usted es demasiado, oiga. Nunca me habían dicho nada tan bueno. Y ahí sigue el paquete misterioso. Manuel Alvar me dice que está de acuerdo con mi teoría sobre la lengua del Imperio. A lo mejor es el Diccionario Ideológico de don Julio Casares lo que me manda algún periféricoparlante, en el paquete, a modo de bomba léxica, para que hable de la lengua del Imperio con más fundamento. No, gracias, me estoy quitando, que ya me regaló un Casares mi señora, por mi santo, y sólo lo consulto cuando tengo una enfermedad, a ver de qué va.
Claro que esto del paquete es peor que la enfermedad. Puede ser que los terroristas se hayan confundido de fecha y crean que mi santo es por ahora. Se confunden con el santo de Franco. A Francisco Franco y a mí siempre nos felicitaban el mismo día. Y seguramente los mismos felicitadores, porque la gente suele jugar a dos barajas, apostar a dos caballos, ponerle una vela a Dios y otra al Caudillo, por lo que pueda suceder, que luego no sucede nada, salvo el paquete.
A Franco lo matamos de muerte natural. A mí me mandan paquetes/susto y como soy optimista pienso que es Chervi Gallan, desde Cambridge, que me envía flores de otoño cogidas para mí con su marido (los maridos USA son muy comprensivos, son varones domados), o alguna otra Cheryl que me devuelve toda su lencería usada, según convinimos cuando se la compré, con lo que podré surtir a mis amigos fetichistas, como Berlanga, al que ya le reservo unos leotardos humo, tipo berkshire, mire, mire, que le van a hacer feliz. En último caso puede que sea, ya digo, oxígeno/endógeno/hidrógeno, pero como Gas Madrid no acaba de meterme el gas en casa, y lo tengo pedido hace tres meses, a lo mejor uso el de los espontáneos, abuso de los incontrolados y me caliento con él un café para escribir esta crónica.
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