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La identilicación de un cadáver permite desarticular una banda internacional de delincuentes

Funcionarios de la Brigada Regional de Investigación (BRI) y de la comisaría de Entrevías consiguieron el pasado mes de octubre desarticular una banda internacional de delincuentes e identificar el cadáver de un hombre, miembro al parecer de la misma organización, que fue encontrado hace mes y medio calcinado en un descampado del barrio de Hortaleza. Como consecuencia de las detenciones se logró además el esclarecimiento de trece delitos contra la propiedad realizados en los últimos meses en Madrid y la recuperación de joyas, droga y automóviles por valor de unos treinta millones de pesetas.Según informaron ayer el jefe de la BRI, señor Herranz, y miembros de la comisaría de Entrevías en el curso de una conferencia de prensa convocada por la Jefatura Superior de Policía, la investigación comenzó el 16 de septiembre, fecha en la que fue encontrado el cuerpo de un desconocido a un kilómetro de la urbanización Virgen del Cortijo. Según pudieron apreciar los funcionarios por el reconocimiento ocular, el cuerpo del hombre había sido sacado de un automóvil y arrastrado unos 35 metros antes de ser incinerado y abandonado. La incineración del cuerpo se realizó, según parece, con la gasolina del mismo vehículo en el que los autores trasladaron al hombre, muerto anteriormente de un disparo en la cabeza.

Seis días después y gracias a la labor de regeneración de las huellas del cadáver, por parte del gabinete de identificación policial, se lograba saber que el hombre asesinido era Luis Ernesto Muñoz Orjuela, de 34 años y natural de Colombia. La información que sobre el fallecido se tenía indicaba que había salido de la cárcel, en libertad provisional, el pasado 18 de agosto, en unión de Hugo Rueda, de 31 años y José Luis Vargas Pérez, de 33, con los que, al parecer, compartía un piso.

A pesar de la rápida identificación no se dio publicidad del nombre ya que se había montado un servicio que durante varios días vigiló los establecimientos donde se reúnen súbditos suramericanos. Las veintitrés personas detenidas están acusadas de siete robos en viviendas, robo en la compañía aérea KLM, robo frustrado en un banco, dos atracos, uno de ellos frustrado, a joyerías, así como del asalto de un furgón de Correos el pasado 26 de septiembre.

De los objetos robados en todos estos delitos, la policía logró la recuperación de joyas valoradas en veinte millones de pesetas, de las que sus legítimos propietarios han identificado la mitad; 48 gramos de cocaína, tres kilos doscientos gramos de hachís colombiano; veinte cámaras fotográficas; calculadoras: dos millones de pesetas en moneda extranjera; 772.000 pesetas en moneda española, además de treinta pasaportes falsificados, tarjetas de crédito obtenidas del asalto al furgón, una pistola y un rifle.

Los detenidos, diecisiete hombres y tres mujeres, son de diversas nacionalidades: nueve súbditos colombianos, siete argentinos, cuatro españoles, una francesa, un uruguayo y un guatemalteco, todos ellos de edades comprendidas entre los veinticuatro y los 48 años.

Junto a los dos compañeros de vivienda del fallecido, la policia informó que Roberto Andrés Pavón y Carlos Alberto Beatriz eran considerados como los detenidos de más importancia por su presunta colaboración con otros delincuentes suramericanos en otros países.

La ley del silencio

A pesar de las seis viviendas registradas por la policía y del descubrimiento de dos pisos francos, uno en la calle Monteaya y otro en Sor Angela de la Cruz, la policía informó que no se había hallado, sin embargo, el piso o pisos donde los miembros guardaban el resto de las armas y productos obtenidos en robos y atracos. Los interrogatorios realizados «de forma exhaustiva» no lograron aportar estos datos ni, más importante, saber si alguno de los detenidos estuvo implicado en el asesinato de Luis Ernesto Muñoz: según manifestaron los funcionarios policiales, uno de los principales detenidos había hablado, en su declaración, de la ley del silencio, esta ley, usada en la mafia, implica la muerte del delator o de sus familiares.Este es uno de los posibles móviles que se barajan sobre la muerte del colombiano, sin embargo, el miedo a hablar demostrado por Roberto Andrés Pavón, que antes de declarar rompió sus gafas y se autolesionó en el pecho con uno de los cristales, produciéndose una herida que necesitó 111 puntos de sutura, ha hecho imposible hasta ahora aclarar el crimen, por lo que la policía continúa la investigación.

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