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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El secreto profesional en la prensa

EL JUEVES pasado se evocó en Madrid, en un coloquio patrocinado por la embajada de Estados Unidos, el «caso Farber». M. A. Farber es un reportero del Times de Nueva York que se negó a revelar sus fuentes de información a pesar de una petición judicial: ha pasado seis sernanas en la cárcel, y su periódico ha sido condenado a diversas multas por un valor total de 285.000 dólares, cerca de veinte millones de pesetas.El tema original era el de un delito común. El doctor Mario Jascalevich fue acusado de haber dado muerte a tres pacientes en un hospital hace doce años. La acusación dañó gravemente la vida pública y privada del doctor. El caso fue evocado hace dos años por el reportero Farber, en el Times de Nueva York; el médico fue procesado y, después de un juicio, que ha durado más de ocho meses ha sido absuelto. El defensor de Jascalevich pidió que las notas del periodista, que habían servido de base para sus artículos, fueran presentadas ante el tribunal, descubriendo así cuáles eran sus fuentes de información, porque podía suceder que hubiera colusión entre la acusación fiscal y el periodista. El juez accedió a la petición y ordenó que el periodista presentase sus notas y revelase sus fuentes. Farber se negó, y su periódico se solidarizó con él. Comenzaron las sanciones por desacato y, finalmente, la prisión del periodista. El Times y Farber han llevado su caso hasta el Supremo. Lo que tratan de defender, en este caso, no es la restitución de las multas, sino un tema general de libertad de prensa.

La prensa -mantiene el Times- nutre abundantemente sus informaciones de fuentes confidenciales. Su deber es contrastarlas, comprobarlas, tener una garantía antes de publicarlas. Sin la preservación de las fuentes confidenciales, una gran parte de la información se perdería. Y la información, veraz y objetiva, es una base de la convivencia y de la vida democrática. Pero tampoco se niega absolutamente a facilitar sus fuentes: sólo cree que debe hacerlo «cuando son absolutamente necesarias y relevantes para un procedimiento judicial, y sólo en el caso de que no puedan ser obtenidas (las pruebas) por otras fuentes menos sensibles». Considera, por otra parte, que debe luchar contra estas penas de cárcel y multas teniendo en consideración la existencia de otros medios de información con menos resistencia económica: unas multas semejantes hubieran hundido definitivamente un periódico modesto, o le hubieran obligado a traicionar el principio del secreto profesional, no reconocido por las leyes, pero prácticamente juramentado por los periodistas. Finalmente, estima que cárcel y multas no han sido impuestas mediante el juicio, sino por un decreto judicial, lo cual contradice la quinta enmienda a la Constitución, que dispone que nadie puede ser privado de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal.

Los argumentos empleados por el Times son válidos en cualquier parte del mundo. Un periodista tiene la obligación moral de proteger sus fuentes de información, los datos que le han sido dados con petición de secreto: de lo único que puede y debe responder es de la veracidad de la información cuando su falsedad pueda dañar a una persona o a una institución. Los poderes son renuentes a inscribir en las leyes este derecho al secreto profesional del periodista. La dureza con qué ha sido perseguido Farber indica un estado de tensión entre las instituciones del poder democrático y la libertad de prensa. Una tensión que procede de la naturaleza misma del pacto constitucional, que es generalmente un acuerdo de limitación de poderes hecho por los estamentos dominantes con el pueblo. En los casos más puros de democracia, la prensa forma parte del pueblo, de la opinión pública. La dificultad o la hostilidad que le demuestran los estamentos se manifiesta por distintas vías, y en la mayor parte de los países es una lucha cotidiana, aunque no tenga los perfiles excesivos que ha tenido en el caso Farber. La sentencia que dicte el Tribunal Supremo de Estados Unidos -que, probablemente, como en otros casos, será la de recomendar al Congreso que examine una ley protegiendo el secreto profesional de los periodistas- será interesante para el desarrollo y el perfeccionamiento de la democracia.

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