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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ante el alud democrático

ES UN secreto de Polichinela que se encuentran programados gravísimos atentados terroristas calcados sobre el inminente calendario democrático: referéndum constitucional y elecciones legislativas y municipales. Nos encontramos a las doce menos cinco de la consolidación jurídica de un Estado democrático, de ese «alud democrátíco» que intentan contener movimientos terroristas de distinto significado e intención última, pero coincidentes en sus necesidades inmediatas: provocar una asonada militar que secuestre todo el programa de libertades y fuerce la instauración de una especie de Gobierno de salvación nacional, cuando menos ultraconservador, y con el único objetivo de meter la Constitución en un callejón sin salida.Así, el lúcido y explícito informe del ministro de la Defensa y su posterior rueda de prensa de anteayer incide en el peligro inmediato del terrorismo psicológico y del terrorismo de sangre (muchas veces conjuntados) a que se está sometiendo al país y a las Fuerzas Armadas en general.

El terrorismo de ETA, tal como afirma el teniente general Gutiérrez Mellado, es a este respecto tema prioritario. Es una organización endurecida bajo el franquismo, abonada por la represión indiscriminada que el régimen anterior aplicó sobre el País Vasco, reducida, entrenada y eficaz. ETA es consciente de que la consolidación de la democracia a nivel de Estado y la restitución de derechos históricos a Euskadi, el correcto funcionamiento de un Gobierno autónomo en el País Vasco, constituyen una pared infranqueable para esa suma de peras con manzanas que constituye su ideología marxista-nacionalista.

De la misma forma que el atentado contra el almirante Carrero alteró, ciertamente, el curso de la reciente historia política española, ahora un acto terrorista que exasperara al Ejército sentaría las bases de una regresión histórica y otra represión indiscriminada que justificaría la lucha política armada. No faltan ideólogos de la izquierda radical que insisten en que el camino más corto entre la democracia, como es entendida en Occidente, y la sociedad socialista utópica pasa por una durísima dictadura militar.

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Y aquí ETA ve potenciados sus esfuerzos por toda la oscura trama del resto del terrorismo que padecemos: esencialmente el de los GRAPO y el de la extrema derecha. Ambos coinciden con la organización vasca en el interés a plazo inmediato de detener como sea el alud democrático.

Sobre los GRAPO habrá que resignarse a que alguna constelación de los astros propicie que algún servicio extranjero de inteligencia, o acaso el propio Roberto Conesa, tengan a bien explicarnos su naturaleza, su origen y sus interioridades. La extrema derecha, por su parte, trabaja más abiertamente, con mayor tosquedad intelectual y «profesional», pero golpeando firmemente a dos manos: sembrando la muerte entre los civiles y dando aldabonazos en los portones de los cuarteles, secuestrando símbolos nacionales para su utilización interesada y partidista, repartiendo confusión y mentiras.

¿Qué hacer? Fundamentalmente, informarse e informar y plantear el problema con la claridad de que ha hecho gala el ministro dé la Defensa. Tener conciencia de que hay dinero, criminales a sueldo, extremistas de izquierda, fascistas, engañados, periódicos, a la búsqueda de un Pavía o de la aventurera cólera de los centuriones. Que el alud democrático los entierre.

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