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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Exiliados en España

He leído en EL PAÍS los artículos sobre los refugiados políticos iberoamericanos en España, y no puedo menos de expresar públicamente la indignación que he sentido al conocer cómo un Gobierno de un «partido democrático», al menos él se llama así, se dispone a expulsar a los cientos de miles de exiliados que han escogido a España como tierra de asilo. Yo creo saber el porqué de esta elección. Aquí, en esta Península tan maltratada, se habla su misma lengua, se tienen costumbres similares y se ha sufrido una dictadura fascista, maestra de las que asolan sus respectivas patrias, y por ello espe raban, quizá, una acogida fraternal, un apoyo, aunque fuera interesado, pues no hay que olvidar su alta cualificación profesional, y un lugar donde esperar hasta que la tiranía fuera erradicada de sus países. Al fin y al cabo, Chile, Argentina, México, acogieron con los brazos abiertos a los centenares de miles de españoles que huían del terror instaurado en la «madre patria». Pero la madre les ha salido olvidadiza y desagradecida, y no por voluntad de su pueblo, hermano siempre de los del otro lado del Atlántico, sino por la de sus gobernantes, que puede que no tengan tanta simpatía, como dicen, por sus pueblos, sino más bien por sus oligarquías y que lo demuestran activamente enviando armas a diestro y siniestro, más a diestro que a siniestro.Quizá se deba esta actitud, también, a que ellos, los «que han traído la democracia a este PAÍS», no lucharon en la misma trinchera la otra vez, y no tuvieron que recurrir a la hospitalidad ajena. No han probado el amargo sabor del exilio, como tantos comunistas, socialistas y anarcosindicalistas españoles, y la emigración forzosa y la persecución suena más a acuerdos económicos que a violación de derechos humanos, aunque, claro, ellos siempre los defiendan en «su» RTVE. Señores de EL PAÍS, gracias. Han levantado un velo que mantenía oculto algo que muy pocos imaginábamos: en la España democrática, tras un año de Gobierno «democrático», salido de unas elecciones libres, todavía se persigue, se tiene miedo, a «ésos», a esas gentes del seseo y el lenguaje musical que defendieron la libertad con el pensamiento, la pluma o el fusil en la mano, Santiago, Buenos Aires o Montevideo. Sería muy triste que en cualquier rincón del ancho mundo de los refugiados se oyera la frase: «¿En España? Allí poco ha cambiado».

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