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Irán, semiparalizado por huelgas políticas y manifestaciones

Las calles de Teherán están desiertas y los controles militares son numerosos. Ayer los manifestantes rompían cristales de las tiendas siendo dispersados sin víctimas.Una huelga de la Irán Air vino a sumarse a un panorama saturado de manifestaciones y paros. Sin embargo, esta última ha sido un arma de doble filo, pues ha afectado principalmente a los peregrinos iraníes musulmanes que iban a La Meca, y por eso la jerarquía eclesiástica le está pidiendo a los empleados de la compañía que la terminen.

El paro más importante de todos y el que ha creado una situación totalmente nueva, cuya solución profunda parece ahora no sólo urgente sino inminente, es la huella iniciada el martes por los 30.000 empleados del petróleo que ha hecho descender las exportaciones iraníes de cinco millones y medio de barriles diarios a menos de un millón. Las pérdidas diarias se calculan en más de 75 millones de dólares.

Hasta ayer, los observadores políticos de Teherán se inclinaban por la posibilidad de un Gobierno militar que acabase con una rebelión que alcanza proporciones nacionales y que desafía abiertamente a la ley marcial. Pero ahora la imposibilidad del Ejército de hacer funcionar en caso de emergencia al sector petrolero y el poco interés que se atribuye a ciertos sectores militares por tomar un poder que les obligaría a enviar a soldados chiitas a reprimir a sus hermanos y correligionarios hacen que hoy el número de salidas posibles a la crisis con que se especula no se vea reducido a la opción militar.

Todas las huelgas, y particularmente la del petróleo, tienen un marcado contenido político. Las exigencias más generalizadas son: aministía general, democracia islámica, eliminación del poder calificado diariamente en la prensa de autocrático y dictatorial, Gobierno constitucional, y eliminación de una buena parte de la asistencia extranjera.

La primera de estas exigencias parece aceptada. El anuncio hecho por el nuevo ministro de Justicia el miércoles de que el 10 de diciembre, aniversario de la declaración universal de los derechos humanos, serán puestos en libertad los restantes prisioneros políticos, tiende a apaciguar los ánimos y a satisfacer la reivindicación más generalizada.

En cuanto al Gobierno constitucional, los rumores son numerosos. En cualquier caso el sha recibió el jueves al ex primer ministro Ali Amini, quien, según se cree, podría intentar formar un nuevo Gobierno. Amini, considerado el «hombre Washington», se enfrenta, sin embargo, desde el inicio a una importante oposición a su persona que puede dar al traste con sus posibilidades de volver a la jefatura del ejecutivo. Aunque no se sabe claramente a quién pudiera apoyar el Ayatolá El Khomeini si aceptase una salida de este tipo, sí es cierto que cualquier solución debe contar con la aprobación del hombre que desde su exilio en París puede lanzar las masas a la calle en todas las ciudades del país. La reciente entrevista en París de Khomeini con Karin Sanjabi, líder del Frente Nacional, parece haber concluido con un cierto entendimiento entre ambos y probablemente en una actitud menos radical del líder religioso. Esta es al menos la esperanza que se tiene en Teherán.

La cierta xenofobia que se percibe en algunas exigencias de los manifestantes y la inevitable suspensión de numerosos proyectos económicos para hacer frente a la demanda de incrementos salariales, preocupa grandemente a las compañías extranjeras, entre ellas algunas españolas.

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