Anteproyecto de ley para arrendamientos urbanos
¡Qué decepción! Después de esperar tantos años a una reforma de la actual ley de arrendamientos urbanos, pude leer hace dos días en EL PAÍS los cambios previstos en dicho anteproyecto. Al parecer, tendré que seguir esperando unos cuatro años más para, al fin, poder aumentar a mis inquilinos que están viviendo en pisos céntricos de180 metros cuadrados, con escalera de mármol, portero uniformado, ascensor, calefacción central, etcétera, la fabulosa cifra de 120 pesetas mensuales. Si no estoy equivocado, ése es el aumento que correspondería a una renta de cuatrocientas pesetas, que es lo que actualmente me están pagando. Eso es tan injusto que, de verdad, no logro entenderlo.Qué visión tuvo aquel antiguo inquilino mío que firmó en 1941 el contrato de arrendamiento «por seis meses». Su hijo, un conocido arquitecto en esta ciudad, y cuyos ingresos anuales hoy son de unos cinco millones de pesetas, gracias a ese contrato, puede seguir viviendo en un piso de verdadera categoría por la ridícula renta de 4.800 pesetas al año.
No creo que exista en este país un mejor negocio que tener o heredar un contrato de alquiler firmado hace varias décadas. Equivale a poder vivir prácticamente gratis a costa del propietario, claro, pero eso no cuenta. Que éste trabajó considerablemente y ahorró durante mucho tiempo para poder edificar a nadie le interesa.
Soy ya demasiado viejo y sufro del corazón, razón por la cual no me es posible hacer de portero en mi propio edificio. Esto es una pena, ya que éste está sacando con su sueldo mucho más que yo con las rentas, y a mí con éstas no me alcanza para vivir.
Yo pensaba que democracia significaría también justicia. Veo que estoy equivocado. ¿Será que el Gobierno quiere que los propietarios tengamos que luchar por ella? ¿Quizá saliendo a la calle, haciendo manifestaciones, no pagando impuestos, quemando nuestros edificios? Si esto ocurre, ¿quién tendrá la fuerza moral para decirnos que somos nosotros los injustos?
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