Euskadi, desde Andalucía
He leído en el número del día 11 del corriente mes una serie de cartas que tienen un destinatario y un fin comunes: el director de EL PAIS y el vapuleo integral del mismo. Y todo porque ha hablado claramente del problema vasco y no en el lenguaje irreal y oportunista que es norma al hablar de este tema.Ante todo, y para que no se pase de listo más de uno, mi admiración por el pueblo vasco, verdadera punta de lanza en la lucha contra la dictadura. Pero después de esta aclaración tengo que preguntar: ¿Es que sólo existe en España el pueblo vasco, sus problemas y sus particularidades histórico-político-culturales?
Soy andaluz, andaluz de la diáspora, por más señas. Tuve que abandonar mi hermoso, ¿país?, porque el centralismo, Madrid, o lo que sea, se alimentaba de nuestra riqueza, de nuestra vida. Mis paisanos están desparramados por toda la Península, por todo el continente, por toda la tierra, porque, en el Sur, allí sí, la injusticia y la explotación no sólo de Madrid, sino la de Bilbao, la de Barcelona, etcétera, hizo inhabitable una tierra bonita, rica, culta e históricamente inigualable. Con una tradición tan respetable como las demás, con una riqueza humanística con proyección universal. Y, sin embargo... ¿Qué dirían los vascos -y el resto de los pueblos hispanos- si reivindicáramos las estructuras socio-políticas del Califato, ya que durante el mismo, la España musulmana era el faro que alumbraba a Europa?
Hoy, Andalucía, junto a otras regiones y preautonomías modestas, sigue emigrando y sigue enriqueciendo con su trabajo y su desarraigo, a la burguesía vasca, a la catalana y a la mesetaria. Hasta los que mueren en Euskadi son, en su mayoría, andaluces o extremeños. Será casualidad, pero no he visto entre las víctimas a ningún vasco.
Está bien luchar por la tierra, por los derechos políticos, por las tradiciones, en el País Vasco y en cualquier rincón de la piel de toro. Pero si mañana unos patriotas andaluces me dicen que tienen que ejecutar a seres humanos, para conseguir mi felicidad allí, en mi soñada Andalucía, yo les diría que a ese precio no.
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