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El Congreso norteamericano aprueba, con serios recortes, el plan energético de Carter

Tras dieciséis meses de intensos debates, el Congreso norteamericano aprobó ayer una ley de Energía bastante, distinta del proyecto originalmente presentado por Jimmy Carter, pero que ha sido recibida con optimismo en los medios gubernamentales.

El proyecto inicial, que el presidente Carter envió al Congreso en abril del año pasado, previa la adopción de medidas que permitieran a Estados Unidos disminuir su consumo de petróleo en cuatro millones y medio de barriles diarios. La ley aprobada en el Congreso reduce este ahorro a dos millones y medio de barriles por día, pero en sectores relacionados con el programa energético se duda que el descenso efectivo del consumo pueda ser mayor de un millón de barriles diarios.La ley energética, aprobada por 231 votos a favor y 168 en contra, salió del Congreso el último día de la actual legislatura, que se cerró ayer, y gracias a las intensas presiones efectuadas desde la Casa Blanca. El nuevo período legislativo empezará en enero, después de las elecciones de noviembre.

El «paquete» de medidas que regula los precios del gas natural fue la pieza más controvertida de la ley de Energía y la que bloqueó durante meses la aprobación de ésta por el poder legislativo. Mientras el Gobierno pretendía que continúe el control federal de los precios del gas natural, las, grandes compañías presionaban para conseguir la liberalización de los mismos. Finalmente, el complejo paquete legislativo aprobado ayer supone una solución salomónica: seguirá existiendo control, pero se admite un gradual incremento de los precios.

La meta principal del proyecto de ley energética redactado por la Administración Carter, el convertir el carbón en la primera fuente de energía en Norteamérica, no ha sido totalmente conseguido en la ley definitiva. Sin embargo, funcionarios del Departamento de Energía, se mostraban ayer optimistas y declaraban que esta ley «es sólo un principio» y que se está ya en el camino de racionalizar el consumo de energía en Estados Unidos y disminuir las gigantescas importaciones de crudo, renglón principal del déficit de la balanza comercial norteamericana.

La ley energética aprobada por el Congreso consta de cinco grandes apartados. En el primero de ellos se regulan los impuestos al consumo de energía, que afectan al crudo importado, al usado en la industria y al consumido por automóviles de gran cilindrada. Del proyecto inicial, el Congreso sólo ha dejado en vigor el último de los tres impuestos y de menor cuantía que los propuestos por Jimmy Carter.

El segundo capítulo se refiere al gas natural. El Congreso dispuso que se acepte un incremento en el precio del 10% hasta 1985 y que no se imponga control federal sobre los precios de los yacimientos nuevos que sean puestos en explotación.

Respecto a la conversión industrial al carbón, tercer apartado de la ley, el proyecto original ha sido también considerablemente reducido por el Congreso. De hecho, la conversión al carbón sólo se aplicará a las nuevas plantas industriales y no a las ya existentes. De cualquier modo, existen en la ley aprobada suficientes argucias legales para evadir esta conversión.

Las tarifas aplicadas al consumo eléctrico, cuarto punto de la ley, sufrieron también una notable suavización a su paso por el Congreso, que aprobó la modificación discrecional, y no obligatoria, de las mismas. El último apartado de la ley energética, referente a la conservación, fue aprobado casi en los mismos términos que la propuesta de la Administración. En él se dispone la concesión de créditos para las familias que quieran aislar térmicamente sus hogares y se proveen fondos para proceder al aislamiento térmico de los edificios gubernamentales.

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