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Graves incidentes en el interior del cuartel de la Policía Armada de Bilbao

Insultos personales y gritos de traidores, asesinos y cobardes fueron proferidos a mediodía de ayer en el interior del cuartel de la Policía Armada de Basauri contra el inspector del cuerpo, general Timón de Lara, y el gobernador de Vizcaya, Luis Salazar, al término del funeral celebrado por los agentes ametrallados el día anterior. Estos hechos fueron el comienzo de incidentes, que se prolongaron por espacio de cuatro horas en el patio del cuartel, mientras en su interior se celebraba una reunión del director general de Seguridad con el gobernador militar de la plaza, general inspector de la Policía Armada, el coronel jefe de la Guardia Civil y otras autoridades, así como la oficialidad del cuartel.

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Los incidentes comenzaron en la noche del viernes, horas después del ametrallamiento de los policías armados Ramón Muiño y Elías García, ocurrido en las cercanías de Bilbao. Un grupo de policías armados, que fuentes oficiosas c¡fran en medio centenar, y que después llegaron a ser varios centenares, protagonizaron una sentada en el interior del cuartel, hasta las doce de la noche. La tensa situación se prolongó en la mañana de ayer, en que quedaron desatendidos bastantes servicios de los que habitualmente debe cubrir la Policía Armada.A las once y media de la mañana se inició el funeral por los agentes muertos. El acceso al acuartelamiento estuvo rigurosamente limitado a las autoridades, familiares de las víctimas y miembros de las Fuerzas Armadas.

Tensión en el funeral

El duelo oficial estuvo presidido ayer por el general inspector de la Policía Armada, director general de Seguridad, gobernador civil de Vizcaya y jefe superior de Policía, contra quienes se centraron las pretestas de los policías armados presentes, unos vestidos de uniforme y otros de paisano.

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El clima de tensión estalló al término del funeral, poco antes de las 12.30 del mediodía, después de que los féretros de los agentes asesinados fueran introducidos en sendos furgones, para ser trasladados a sus pueblos de origen, en Salamanca y Lugo. Un numeroso grupo de policías profirieron diversos gritos e insultos -que fuentes oficiosas han calificado de «gravísimos»- y a continuación intentaron salir fuera del cuartel. En la puerta del mismo lograron romper la barrera formada por cinco sargentos, agarrados de la mano, que trataban de impedir la salida del cuartel.

Ya en la calle, se sumaron al grupo más policías. Varios periodistas, que se encontraban fuera del cuartel y a quienes no se había permitido la entrada, fueron insultados y zarandeados por miembros de las fuerzas de orden público; un informador tuvo que ser protegido finalmente por otros policías armados.

Mientras tanto, los grupos de agentes que mantenían la actitud anteriormente descrita observaron la salida del coche oficial del general inspector de la Policía Armada y se acercaron al mismo profiriendo gritos e insultos diversos. Sin embargo, el general Timón no iba en el interior del automóvil, y al darse cuenta de ello los grupos volvieron hacia la puerta del cuartel.

Según datos que no ha podido confirmarse, un oficial de la Policía Armada ordenó que fuera cerrada la puerta de acceso al acuartelamiento, momento en que el grupo de policías que actuaron trató de cerrar la de automóviles, al parecer con intención de impedir la salida a las autoridades que pudieran quedar en el interior.

Reunión de altos mandos

A la vista del cariz que tomaban los acontecimientos, el director general de Seguridad convocó una reunión de altos mandos militares en el cuartel. Asistieron a la misma el general inspector de la Policía Armada, gobernador militar de Bilbao, comandante de Marina, y ,coronel jefe de la Guardia Civil, junto con la oficialidad de la Policía Armada.

La reunión se prolongó por espacio de dos horas y media, mientras en el patio del acuartelamiento continuaba el tumulto, al que se habían sumado unos cuatrocientos civiles, en su mayoría esposas de policías armados. El gobernador civil, Luis Salazar, no participó en la reunión, al parecer porque se le ha querido dar un carácter eminentemente militar. Tampoco estuvo presente el jefe superior de Policía. Aunque al cierre de esta edición no había podido confirmarse dónde estuvieron el gobernador y el jefe de policía, se cree que permanecieron en un despacho del cuartel.

Poco antes de las cuatro de la tarde pudo restablecerse la normalidad en el patio del acuartelamiento, tras la intervención de la oficialidad del mismo. El director general de Seguridad salió inmediatamente para Madrid, a fin de informar al ministro del Interior.

Manifestación ante el Gobierno Civil

Por otra parte, y casi a la misma hora en que terminaba el funeral por los policías muertos -poco después del mediodía-, varios centenares de personas se congregaron en Bilbao ante el edificio del Gobierno Civil, profiriendo, entre otros, frecuentes gritos de Muera ETA, ETA asesina, Bandera a media asta, y PNV tiene la culpa. Los manifestantes, que acogieron con aplausos la presencia de una pareja de la Guardia CiVil en la puerta del Gobierno, cortaron el tráfico hasta casi las dos de la tarde.

Por lo que respecta al estado del policía herido también en el atentado del viernes, el servicio de reanimación del hospital de Bilbao informó ayer que José Benito Díaz había pasado la noche aceptablemente, con tendencia a la estabilidad de sus constantes vitales.

El señor Díaz padece herida de bala en el hemitórax derecho, de carácter traumático masivo, y fractura abierta en codo, antebrazo y muñeca. Después de una primera intervención quirúrgica de cinco horas, el mismo viernes tuvo que ser operado de nuevo a las once de la noche. Durante las dos intervenciones le fueron transfundidos quince litros de sangre, donados en gran parte por sus compañeros de Cuerpo.

En relación con ese atentado, informan fuentes oficiosas que se han practicado al menos cinco detenciones durante la noche de ayer en las localidades vizcaínas de Ea Derio, Zamudio y Bilbao.

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