Sufrir la televisión
Creo que no voy a descubrir nada nuevo sobre RTVE, lo hace mucho, mejor que yo el depositario de ese sádico placer, que de sobra conocemos en este diario. Pero me voy a permitir hacerle la competencia, aunque creo que será muy difícil olerle los zapatos.El pasado día 28 veíamos por enésima vez la obra «Doce hombres sin piedad» no voy a quitar ningún mérito a la misma, pero, particularmente, casi me la sé de memoria. Cualquier persona que haya visto sus emisiones anteriores, se preguntará si es que en Televisión no saben hacer otra cosa que vivir de las viejas glorias -podrían poner de nuevo «La Cabina»-. Nunca viene mal reemitirlas, pero, que en toda una programación sea uno de los pocos programas que merecieron la pena ver esa semana, es para echarse las manos a la cabeza.
Si no encuentran señores lo suficientemente creativos y renovadores que cambien el panorama, los actuales, después de atiborrarnos con «los huevos de oro» metidos en abundante paja, podrían cortarse la coleta e irse a vivir de sus mal gan adas rentas que sin duda, tendrán.
¿La solución? O los responsables del «comecoco» nacional número uno se dan cuenta del subdesarrollismo en el que se encuentran, o el sueño seguirá siendo una alternativa mucho más sensata a embotarse el poco coco que nos están dejando con las imbecilidades de todos los días.
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