Las negociaciones para el acuerdo de Moscú
«( ... ) El cambio de Génova se debe no sólo a una acentuación de las divergencias entre los tres partidos de la herejía europea, sino también a un compromiso alcanzado con las palomas del Kremlin (Zafliadin, también el mismo Brejnev) y los máximos líderes del Partido Comunista italiano y del Partido Comunista francés. Dónde y cuándo se ha llegado a esta tregua, no se sabe con seguridad, aunque algunos afirman que ha sido Sofía el teatro de las negociaciones ( ... ). Se pueden reconstruir los términos del acuerdo en una forma bastante verosímil. Pues bien: los italianos y los franceses pueden libremente criticar a la Unión. Soviética y discutir de su política con la condición de no llegar, como Carrillo, al rechazo de algunos de los dogmas teóricos que representan, todavía hoy, la base de la legitimación del poder soviético. Por consiguiente, nada de concesiones al antileninismo, bajo pena de llegar a una ruptura definitiva ( ... ).El hecho es que en los primeros días de julio se publicó en Moscú un libro lleno de elogios a los comunistas italianos, la única prueba de una mayor cordialidad en las relaciones entre la Bodega Oscura y el Kremlin. Por lo demás, la divergencia sobre política africana, la condena de los procesos de Moscú, el coloquio del Instituto Gramsci sobre Praga diez años después, probarían lo contrario ( ... ).
(...) La verdad, sostiene un politólogo, próximo al Partido Comunista, es que Berlinguer no quiere quedar encerrado en el juego frontal del eurocomunismo contra el eurosodalismo. Quiere libertad de maniobra y eso es todo ( ... ).
En cuanto a las relaciones con la Unión Soviética, los dirigentes del PCI excluyen reuniones secretas en la cumbre, reconociendo simplemente, pero de mala gana, que la masa frena una ulterior profundización de las críticas. «También sobre este punto hemos ido demasiado deprisa ... » Durante la cena de despedida de las delegAcícines extranjeras presentes en el festival de Génova, el director de Pravda, Afanasiev (que en abril todavía definía el eurocomunismo como "una variante del revisionismo al servicio de los intereses más oscuros de la burguesía"), brindó por los éxitos del PCI, "como era, como es, como será".
Si esto significa el epitafio de la herejía comunista de Occidente o el signo de, una voluntad distensiva de la iglesia madre, lo sabremos en el futuro ( ... ).
Leninismo y eurocomunismo aparte, queda por saber cómo el PCI ha llevado a cabo el cambio de Génova ( ... ).
La impresión del observador exterior es que en cualquier caso, el Partido Comunista había modificado su fisonomía y hasta su imagen. Y estas modificaciones se deben no sólo a acontecimientos exteriores, sino también a un debate interno de los más ásperos e impetuosos de su historia
Se hablaba de la táctica de los dos tiempos: la economía italiana recobraría la salud con un gran esfuerzo de concordia nacional, luego se realizarían las grandes transformaciones sociales. Una visión de este tipo podía prosperar, pero, alimentando un equívoco, es decir, si el partido se enfrentase con una crisis ordinaria coyuntural. Cuando la irrupción en la escena política de los subempleados y de los parados en busca de trabajo demostró que eran mucho más profundas las razones del descontento, muchas voces se alzaron en el PCI para criticar la política de los dos tiempos ( ... ).
Ya, en el otoño pasado, en el coloquio del Instituto Gramsci sobre los jóvenes, la izquierda del partido había desencadenado el ataque (...)
Los dos tiempos no bastan, había dicho Aldo Tortorella. No se puede superar la crisis sin introducir profundos cambios en el sistema ( ... ).
En torno a estas tesis se discutió mucho en el partido y no faltaron las críticas del ala realista. Pero ahora, después de un año terrible y después del retroceso electoral, Berlinguer ha retomado la iniciativa haciendo propias aquellas tesis sin reservas. Así se llegó al repudio de la política de los dos tiempos, las insistencias sobre la naturaleza anticapitalista del partido, el relanzamiento de una esperanza o de una ambición que parecía perdida en la práctica desgastadora de los acuerdos a toda costa.
El socialismo como objetivo posible y la apuesta sobre la que espera Berlinguer recuperar el terreno perdido el 20 de junio de 1976, restituyendo al partido la voluntad y el gusto de combatir
octubre
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