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Trescientos niños sin clase por falta de material escolar

Más de trescientos niños del Pozo del Tío Raimundo, en Vallecas, aspirantes a alumnos de EGB, no han podido comenzar todavía sus clases debido a la confusión y desorganización existente en lo que se espera que sea su futuro colegio, el Enrique Herreros, situado en la calle de Leonor Pascual.El colegio, un amplio edificio de dos plantas que destaca enormemente con su entorno -chabolas y casas bajas-, estaba destinado en un principio a un centro de educación especial. La desescolarización de cerca de doscientos niños en el barrio, hizo aplazar el proyecto para el próximo curso.

Sin embargo, cuando los organismos oficiales anunciaron el comienzo de las clases y los ocho profesores llegaron dispuestos a impartir sus enseñanzas, se encontraron con que las aulas estaban completamente vacías y que no contaban con material alguno para iniciar su trabajo.

Los padres de los alumnos y la asociación de vecinos, contactaron rápidamente con la delegada de Educación, Ana María Armendáriz -el centro es municipal-, para que les explicara qué ocurría con el colegio y con el material. Según aseguran los vecinos, tras las promesas de la delegada, los profesores recibieron 100.000 pesetas para buscar una contrata de limpiezas que retirara los escombros del colegio y consiguieran la instalación de un teléfono y todo aquello considerado de mayor urgencia.

Pese a esta colaboración económica, las clases todavía no han podido empezar. Ayer mismo, dos camiones cargados de material permanecían a la puerta del colegio sin poder descargar porque el centro estaba cerrado.

Mientras todo se resuelve, algunos niños asisten a clase en otros colegios del barrio sufriendo un hacinamiento tal que a veces hay cincuenta alumnos en una sola aula, y otros, la mayoría, esperan el inicio de su curso tomando el sol por los alrededores del colegio.

«Esto es completamente surrealista -se lamentaba una de las madres-, ni siquiera se han ocupado de conseguir un permiso de la Delegación de Industria para que la calefacción, que es de fuel-oil, pueda funcionar este invierno. Lo que ha pasado aquí es de no creérselo, pero lo peor es que mientras todo se arregla los niños tienen que estar en la calle.»

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