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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El eterno retorno

Me lo dijo don Carlos Marx después de cantarse un aria de Wagner y mientras Engels le pasaba a máquina un artículo para Estados Unidos:-La tragedia, en la Historia, vuelve siempre como farsa.

Me lo dijo Ortega en la Revista de Occidente, cuando yo iba allí a cazar moscas felices veinte para que Bergamín las atase por el rabo:

-Todo retorno al pasado es siempre irónico.

Me lo dijeron Nietzsche y Mircea Eliade, que fueron mis maestroescuela de enseñanza primaria, porque la que daba Franco era poca, mala, triunfalista y sin estufa: que el tiempo es circular y hay un eterno retorno. Todo vuelve, pero deteriorado, como farsa o ironía, y ahora, en este octubre iniciático y cobre, estamos viviendo un eterno retorno que no veas.

Vuelve el Opus a toda pastilla porque cumple la Obra de Dios cincuenta años. Bueno, tampoco es razón. Todo el mundo está cumpliendo siempre algo. Me voy con provisiones al lado del televisor, noche y Oía, como Félix Grande al lado del teléfono, en un poema, esperando que salgan los senos de Victoria /Judith, y la que sale es Covadonga O'Shea explicándonos objetivamente que el Dei es cosa importante, habla todos los idiomas, está en todas partes y sirve para trabajar alegremente, como el colacao.

Este colacao espiritual de los felices sesenta nos lo administran ahora por todas partes, en el cincuentenario, y no hay papel que no traiga algo de monseñor o del otro monseñor, así que estamos en La Actualidad Española, de los equipos de fútbol desplegables, las bodas reales de los mini- países y aquel mundo devoto, mediocre, feliz, piadoso, autoritario, soleado, rezador, milagrero y lleno de pequeños ruiseñores, tipo Joselito, Marisol, Pablito Calvo, que era la España de los 50/60. Vuelve Salazar a Portugal con la corbata multinacional de Nobre da Costa y me dice Carrillo:

-Ferrer Salat puede ser nuestro Nobre da Costa, pero incluso más a la derecha.

Me gusta a mí esto que está pasando. No hay otra emoción lírica que la del tiempo perdido. Claro que lo de Franco fue más bien el tiempo desperdiciado. Ya se sabe, una vez que vuelve Salazar, sólo hay que sentarse en el bordillo a esperar que vuelva a caballo Antonio Oscar Fragoso de Carmona, mariscal que fue del benefactor manuelino. La tragedia, según me dijo aquel día Marx, retorna como farsa. Ha vuelto hasta la brillantina.

La brillantina era una cosa grasienta que había en mi casa y que yo me echaba en el pelo, a escondidas de mis tías, para tener la hombría legendaria, de Gardel y Valentino. Yo era un Gardel/Valentino con las rodillas sucias y al aire. Travolta en sus elepés y los patriotas tipo eternidad usan otra vez mucha brillantina y se cortan las patillas de raíz, para diferenciarse de la intelligentzia, la progresía y el rock duro.

No hace un mes (o me parece a mí) que el Triángulo Equilátero sobrevolaba, como paloma de Correos, las extensiones púrpura del cardenalato, y ya están ahí otra vez, en todos los mass/media del mundo, eligiendo un Sumo en el que, a ser posible, reencarne clónicamente el anterior (según declaraciones de última hora), así como en el anterior reencarnaban nominalme nte (nunca es sólo nominalmente, como saben los estructural istas y Deleuze), Pablo y Juan.

El eterno retorno de este otoño Preciados me trae un libro dedicado de María Teresa León, desde no sé qué lejanías familiares o mentales. Es un eterno retorno con el motor preparado por la aceleración histórica, como un 600 con los caballos de un ferrari, de modo que todo vuelve cada vez más de prisa, y Escrivá nos dice por el chisme que la Obra está hecha pa tócis, pa tóos con una semántica entre Fernando Esteso y mañico de Barbastro. Con Franco gobernaban, pero por lo menos estaban callados. Ahora es que no callan, y a lo mejor hasta gobiernan un poco. Si yo fuese pesimista y supiera de política, le llamaría a esto involución. Como soy la alegría del periódico y tiendo al lirismo nietzscheano, lo llamo el eterno retorno. Pero tocados estamos. De todas todas.

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