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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Amor

Iba yo a comprar el pan y en esto que me para una extranjera, joven, pero no molona (que si no, otra cosa hubiera sido), para darme un prospecto: Nuestra declaración de Amor.

A mí en esta vida se me han declarado algunas, pero nunca mediante prospecto. Debe ser cosa de europeas. Las noruegas, cuando van al ginecólogo, aquí en España, le llevan toda su vida sexual, desde la menarquia, o primera menstruación, hasta el último latin-lover, en un organigrama. Les han explicado de niñas que eso tiene que estar en orden.

La española, en cambio, tiene que hacer memoria y contar por los dedos, cuando el médico le pregunta cosas. Lo del prospecto declaratorio y declamatorio debe ser un paso más allá del organigrama. Lo que pasa es que el autor se llama Moisés David, y yo no quiero amores con un seudónimo tan redundantemente bíblico ni con nadie de la Biblia en general, salvo la estatua de sal o mujer de Lot, que es el monumento a la frigidez. Pero eso de la frigidez también tendría su arreglo.

La extranjera insistía en charlar en diversos idiomas, pero yo tenía prisa (siempre la tengo cuando no me gusta una señorita) y además sobrevino lo previsible:

-¿Un donativo, please?

-Mí no comprender.

Parece que predican un nuevo credo de los apóstoles. Lo único que necesitas es amor, dice el prospecto. Claro, por eso tengo un gato. Dentro de un corazón han dibujado, con técnica de comic, un Cristo sonriente que tira a Paul Newman y una pareja desnuda, hombre y mujer, quizá un Adán y Eva de tebeo, en actitud francamente ligona, pero cuidadosamente velados por su propio pelo (Adán lo lleva a navaja, como Suárez).

Se puede escribir a Lucas Hernández, a un apartado madrileño, no sé si para dar donativos o recibir amor (no especifican). Y se puede llamar a un número de El Escorial, paraje gustoso para el amor, por cierto, que Felipe II eligió por su salubridad melancólica.

Ya ven que el rey sabía escribir. No se puede decir mejor lo que es El Escorial y su paisaje.

De modo que esta secta, gente, extranjería, cosa, supongo que también tendrá derecho a subvención o presupuesto del Estado, pues ha dicho el cura Martín Patino que cada fiel puede aplicar su impuesto o aportación a la Iglesia que prefiera. Esta es la mía. Lo que a mí me descuentes, Paco Ordóñez, para comprar el cielo, que de ninguna manera vaya a don Marcelo González, cardenal primado, que le tengo muy oído en mi Valladolid de entonces, como decían los poetas locales.

Que vaya todo a Moisés David, Lucas Hernández, la señorita que me paró en Costa Fleming y las otras señoritas de la banda, que alguna habrá dispuesta a poner en praxis el prospecto, espero. «Nosotros creemos en el amor», dicen. Vues.hay que creer en el amor y en los Presupuestos Generales del Estado, para no andar pidiendo limosna por Fleming, que a ellas las pueden tomar por respetuosas y a ellos por locazas.

¿No veis, Nuevos Apóstoles, que Martín Patino no sale por la Costa Fleming a pedir nada? Si un día salgo a comprar el pan y me para Tarancón y me pide un donativo, a lo mejor me gano el cielo de repente y vuelvo a creer hasta en la silla gestatoria. Me parece muy bien que el Estado haya, decidido ser intermediario entre los diversos cielos y el contribuyente, dejándonos elegir nuestra eternidad con moqueta o sin. Y no como con Franco, que era obligatorio. Pero como la mayoría va a dar para lo mismo, señor Azaña, yo quiero dar para los pirados mentales del prospecto, que un loco se parece más a un ángel.

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