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El pleno municipal adjudicó las obras de reconstrucción del teatro Español

El pleno ordinario mensual que ayer por la mañana celebró el Ayuntamiento de Madrid se caracterizó, como ha sido habitual a lo largo de las últimas sesiones plenarias, por la contestación vecinal por medio de pancartas y gritos, por la presencia de los candidatos de los partidos a la alcaldía para las próximas elecciones municipales y por las discusiones formalistas de los concejales que todavía componen la Corporación.

El único punto importante aprobado durante el pleno de ayer fue la adjudicación del concurso que había sido convocado para realización de las obras de terminación del teatro Español. La constructora adjudicataria ha sido Huarte y Compañía, y el precio de adjudicación, casi 298 millones de pesetas.Los otros dos puntos del orden del día que podrían revestir algún interés fueron retirados para un mejor estudio. Uno de ellos era una moción del alcalde, que proponía la aprobación del proyecto de carta, cultural, a suscribir entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Cultura. El otro, una propuesta de la Comisión Informativa de Saneamiento y Medio Ambiente, que pretendía la firma de un convenio con el Ministerio de Agricultura, a través del Icona, para la repoblación de los taludes de la M-30 y otras obras de jardinería en la ciudad.

Fue al tratar el pleno el punto referido a las obras del teatro Español cuando Emilio Alonso Munárriz, antiguo propietario de una fábrica de pan y, como él mismo se autodenomina, luchador en contra de la corrupción en el mundo del pan, comenzó, desde la tribuna pública, un largo alegato referido al difunto teniente de alcalde del ayuntamiento Constantino Pérez Pillado, que, en vida, era propietario de una fábrica de pan. A la vez, solicitaba contestación a un escrito que había dirigido en mayo de este año al alcalde en el que le exponía las presuntas irregularidades cometidas por el señor Pérez Pillado en el negocio del pan.

Mientras exponía sus argumentos, el señor Munárriz arrojaba sobre los concejales varios montones de panfletos que llevaba preparados. Uno de estos montones cayó junto al concejal Hernández Lázaro, que, visiblemente divertido, comenzó a repartirlos entre sus compañeros de Corporación.

Mientras, el alcalde, José Luis Alvarez, no paraba de hacer sonar su campanilla, en un intento de imponer él orden en la sala. Por fin, el señor Munárriz abandonó la tribuna pública y pudo continuar la sesión.

Previamente, los vecinos de la colonia del Zofío expusieron públicamente su disconformidad con la idea de solución para la colonia que el alcalde propuso durante la rueda de prensa del jueves, por medio de dos pancartas. Inmediatamente, fueron desalojados de la sala, a petición del alcalde. Mientras abandonaban la tribuna pública, los fotógrafos de prensa cumplían su cometido. Y, en ese momento, el alcalde pretendió interrumpir la labor de éstos gritando desde su mesa -situada en el extremo opuesto del salón-: «Y a la prensa...» Pero se interrumpió, para seguir la frase, casi sin sólución de continuidad:«Bueno, que esos señores están desalojados.»

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Otra manifestación vecinal de protesta fue la protagonizada por los vecinos del parque de Comillas que, en contra del proyecto municipal de construir un parque en un solar de la zona solicitan la instalación de un polideportivo, a lo que se opone la Corporación, por considerar que ya hay uno, perteneciente a las Hermandades del Trabajo. Los vecinos de Comillas fueron igualmente desalojados de la sala.

La última protesta ciudadana fue la protagonizada por vecinos del paseo de Santa María de la Cabeza, que solicitan la construcción de un paso elevado que sustituya al recientemente demolido por el Ministerio de Obras Públicas. En este caso, los vecinos no esperaron a que la Policía Municipal de servicio les obligara a abandonar la sala. Mientras comenzaban su protesta y seguían reclamando con gritos confusos un paso elevado, iban abandonando paulatinamente la tribuna pública del salón.

Mientras, dos candidatos oficiales de partidos de izquierda a las elecciones municipales, Joaquín Aramburu, del PTE, y Francisca Sauquillo, de la ORT, y miembros de otros partidos de izquierda, seguían con atención el pleno, sin apenas mostrar sorpresa por cuanto estaba sucediendo. Sólo cuando, dentro del orden del día, se debatieron las propuestas sobre varias obras menores en varios colegios, al asegurar el alcalde que «el Ayuntamiento se había preocupado por conseguir la escolarización de todos los niños de la ciudad», todos los representantes de partidos, que ocupaban la primera fila de la tribuna pública, sonrieron ostensiblemente.

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