El presidente portugués disolverá el Parlamento si los partidos no cooperan
Acuerdo interpartidario previo al nombramiento del futuro primer ministro o autorización dada por los partidos a la entrada de militantes suyos en el futuro Gobierno son las propuestas hechas anoche por el presidente Eanes para intentar resolver la crisis política que se arrastra en Lisboa desde el mes de julio. Si ninguna de estas propuestas es aceptada y si el Parlamento niega dos veces más su apoyo a un Gobierno semejante al actual, estarán reunidas, las condiciones para la disolución de la Asamblea y para la convocatoria de elecciones legislativas en el plazo de noventa días, añadió el presidente portugués.
La breve alocución del presidente Eanes -duró menos de un cuarto de hora-, esperada con gran interés por los observadores nacionales y extranjeros, se caracterizó a la vez por una gran firmeza y una visible preocupación por dejar la puerta abierta a un acuerdo con los principales partidos portugueses.Antes de reiniciar los contactos para la formación de un nuevo Gobierno, eUgeneral Eanes se ha limitado a señalar lo que entiende que deben ser las reglas del juego: respeto por la división de los poderes y las atribuciones distintas, pero complementarias, de la Presidencia del Gobierno y de la Cámara legislativa; apoyo mayoritario, estable y coherente del Parlamento a un Gobierno capaz de durar hasta 1980; adecuación del futuro ejecutivo a la situación creada por la larga crisis política y el empeoramiento de la situación económica del país.
Esta vez, y al contrario de lo que hizo antes de nombrar a Nobre da Costa, el general Eanes no ha fijado ningún plazo a los partidos para llegar a un acuerdo entre ellos, ni exigido de nadie un compromiso de principio con una u otra fórmula ,o con una orientación programática.
No se puede decir que el discurso presidencial haya sido conciliatorio: las críticas formuladas contra el comportamiento de «algunos partidos» han sido muy severas. Sin nombrarlos jamás, el general Eanes ha acusado a los demócratas cristianos y sobre todo a los socialistas de haber querido provocar la confusión, deformando voluntariamente sus palabras y moviendo contra él un auténtico proceso de intenciones. Reconoce como legítima una eventual oposición al presidente por parte de uno o varios partidos, a condición de que sea claramente declarada y no tienda a subalternizar las atribuciones del supremo magistrado del país.
Es difícil prever la reacción de los partidos más directamente cita dos a esta mezcla de crítica y llamadas a la cooperación. Los socialistas pueden considerar satisfechas las condiciones que, habían puesto para su colaboración en la resolución de la crisis, a pesar de que el presidente no haya, en ningún momento, reconocido la iniciativa parlamentaria prioritaria reclamada en la materia. Esta vez, las mayores dificultades pueden sin embargo surgir del lado de los socialdemócratas, que parecen apostar decididamente por las elecciones anticipadas.
Mario Soares deja entrever que un comicio anticipado no tomará tampoco de sorpresa al Partido Socialista: su secretario general anunció ayer el inicio de una serie de visitas a las principales ciudades de todo el país.
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