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El crecimiento económico debe ser capaz de generar 200.000 empleos al año

El paro se configura como problema fundamental en las preocupaciones de los ciudadanos españoles. La solución de este problema pasa por la recuperación de unas tasas relevantes de crecimiento que permitan paralelamente el control de la inflación y del déficit exterior. Los profesores Enrique Fuentes Quintana, Manuel Lagares, Victorio Valle y el estadístico y economista Julio Alcaide, que forman un grupo de Estudios de Coyuntura Económica (ECE) analizan en este trabajo los problemas del empleo y del crecimiento. Es el segundo estudio de una serie de cinco, iniciada el pasado domingo con el análisis del estado de la economía, y que concluirá con la formulación de unas propuestas de política económica.

Tres son los verbos que debe conjugar una política económica para dar respuesta a esa insistente pregunta de ¿qué hacer? que domina la situación que hoy vivimos:- Mejorar los equilibrios interno y exterior: desacelerando los crecimientos de los precios internos hacia tasas europeas y perseverando en el esfuerzo exportador de 1978, que consolide hacia el futuro lo ganado en el año que termina.

- elevar sustancialmente la tasa de desarrollo del producto interior bruto para

- permitir un aumento duradero y fundado de la ocupación total que frene el deterioro progresivo de las cifras de actividad de la Población española y limite la preocupante y dolorosa extensión del paro.

La nueva política económica heredaría así la fidelidad a los equilibrios que caracterizó a los acuerdos de la Moncloa para conseguir desde ellos más desarrollo y menos desocupación en los años que vienen.

Un profundo deseo social de luchar contra el paro ha ido ganando a la sociedad española a lo largo del .último año en la medida en la que se enfrentaba y reducía -merced a los acuerdos de la Moncloa- la aguda inflación acumulada en cuatro largos años, de pasividad. Si ha de atenderse a esa fundada demanda social de luchar contra el paro; y si el objetivo de la ocupación debe prevalecer sin olvidar las permanentes exigencias de la estabilidad de precios y el equilibrio exterior, es evidente que el principio obligado de una nueva política económica es el conocimiento de las dimensiones del problema. De los problemas, podría decirse mejor: de los problemas del paro, y de la ocupación en nuestra sociedad de hoy.

Ese es justamente el propósito del trabajo de la págs. 36 que se ofrece seguidamente. Se ha dicho en muchas ocasiones que el principal activo de un país está en su población. Contando con este activo es como España ha resuelto muchos problemas económicos de su pasado. Pues bien, hoy debe afirmarse que, como las cifras prueban elocuentemente, España no utiliza adecuadamente este activo. Nuestro país no tiene tasas europeas en la actividad de su población y tiene, sin embargo, tasas europeas de paro. De un paro desigualmente repartido, pues se trata de un paro joven, distribuido con importantes desigualdades por sectores, por sexos y por regiones, que agravan las consecuencias de sus crecidas dimensiones.

Doscientos mil empleos año

Ante ese cuadro de la población activa española y de las cifras de paro, es preciso formular objetivos en que se centren las preocupaciones sociales y el problema de política económica que el país aguarda y n'ecesita. Objetivos viables que puedan lograise con costes y sacrificios inevitables, porque en economía nada se regala. Ese objetivo viable, aunque ambicioso por los esfuerzos que su consecución demanda, se concretaría en lograr la creación de 200.000 puestos de trabajo por año, 600.000 puestos de trabajo en tres anos. Esas crecidas cifras detienen la agravación del paro, pero no eliminan su presencia. El paro es el gran problema económico del momento, pero no es un problema momentáneo. La economi a española deberá vivir, aunque alcanzando estos objetivos, con el paro acumulado que es preciso remediar mejor de lo que hasta ahora se ha hecho, por un subsidio debidamente administrado, cerrado a los despilfarros y abusos que han acompañado su vigencia en los meses pasados.

¿Es posible lograr ese objetivo con el comportamiento espontáneo de la economía española tal y como éste ha discurrido después de la crisis de los setenta? Responder a esta pregunta es el propósito del artículo de la página 37. La respuesta a la pregunta anterior es concluyentemente negativa por las razones que el lector podrá encontrar expuestas y en las que se traducen las huellas profundas que la crisis de los setenta ha dejado en nuestra economía.

Acelerar el crecimiento

Si el crecimiento espontáneo de la economía no resuelve, sino que agrava, sus problemas de ocupación y paro, parece obligado concretar qué actuaciones de la política económica serían necesarias para conseguir los objetivos que se consideran más viables para no embolsar más paro. Con frecuencla se afirma que esta política económica necesaria para luchar contra el paro tiene nombres y cifras.

Nombres: crecimiento del producto interior bruto.

Cifras: unas tasas de desarrollo anual acumulativo, situadas entre el 4 y el, 5 %. Diríamos, 4,5 % de tasa anual del PIB para elegir una posición de centro ampliamente citada como la diana a la que disparar los deseos sociales de crecimiento en 1979.

¿Es esta una afirmación correcta? La respuesta a esta pregunta se dedica el siguiente artículo de la página 35. Bajo el título « El nivel de empleo y el ritmo de la actividad económica» se exponen los argumentos que, inclinan, en la peculiar situación económica española, hacia una clara respuesta negativa a la pregunta anterior. No es posible lograr una mejora del nivel de empleo en condiciones de estabilidad económica con un crecimiento lineal del gasto nacional y de la producción. La mejora del empleo depende de muchas más cosas. Reclama una política económica más compleja y mucho más exigente que un burdo relanzamiento general. Las conclusiones con las que este repaso general de la situación finaliza deben constituir el punto de partida de un programa de política económica cuyo contenido se irá detallando en próximos artículos.

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