Moderado optimismo en Cataluña tras la promulgación del decreto de enseñanza del catalán
La satisfacción que causó -hace más de dos meses- la aprobación por el Consejo de Ministros del decreto sobre la enseñanza obligatoria del catalán fue superior a la que ahora ha originado su promulgación, mediante la resolución publicada en el Boletín Oficial del Estado de ayer.
En este período intermedio, la confusión que caracteriza al conjunto de la política catalana ha afectado también a las circunstancias que permitieron la aparición de este importante y positivo decreto. De esta confusión ha nacido a su vez el correspondiente desinterés.
La aparición tardía de la Generalidad en el debate complicó aún más las cosas. Como se recordará, las fuerzas parlamentarias catalanas -esencialmente la Minoría Catalana y los socialistas- vieron con extrema preocupación el que Tarradellas aceptara, en sus contactos con Suárez del pasado mes de abril, el que la enseñanza del catalán fuese meramente optativa.
Fue inmediatamente después cuando los partidos iniciaron una labor parlamentaria cuyo resulta do ha sido este decreto, anunciado en el Congreso por el diputado de UCD Carlos Sentís. Desde entonces, la presidencia de la Generalidad pretendió infructuosamente cubrir su error inicial con todo tipo de cortinas de humo.
Su último intento tuvo efecto anteanoche, cuando, después de que el Ministerio de Educación y Ciencia hubiese ya informado de que ayer sería promulgado el decreto, la Generalidad intentó con poca fortuna aparentar un protagonismo que no le correspondía, dando a la publicidad una nota en la que hablaba sólo de la inminencia de la promulgación del decreto. Añadía, además, contradiciendo la realidad probada, que ello era consecuencia de los acuerdos, Suárez-Tarradellas.
En síntesis, la pequeña política ha rebajado la significación realmente histórica del restablecimiento oficial del catalán en la enseñanza pública.
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