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Araña de intereses tras la negativa nuclear de Francia a Pakistán

El general Mohammed Zia Ul Haq, administrador en jefe de la ley marcial en Pakistán, declaró el miércoles, en Rawalpindi, que Francia no deseaba entregar a su país una central de reprocesamiento de combustibles nucleares, objeto de un contrato de compra-venta firmado en 1976. Tras esta operación político-comercial, se teje una tela de araña de intereses multinacionales.

París, en efecto, reconoció ayer que el presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, escribió el pasado día 9 de agosto al señor Zia Ul Haq explicando el punto de vista francés sobre la «no proliferación nuclear», que coincide con la política del presidente norteamericano, Jimmy Carter, de controlar la venta de tecnología nuclear «para evitar la proliferación de armas atómicas».

El influyente Financial Times comentaba el pasado enero que la deposición militar de Ali Bhutto, que condujo al actual estado de ley marcial en Pakistán, estuvo condicionada por la posibilidad de que este país se convirtiera en arsenal atómico de los países árabes, a través de la puesta en marcha de una segunda central de reprocesamiento de combustibles atómicos.

El semanario neoyorkino Nucleonics Week, y también el Financial Times, subrayaban este agosto que un viceprimer ministro chino, el señor Keng Piao, habría propuesto a Pakistán venderle una central nuclear china, que, de confirmarse, sería la primera exportación china de tecnología atómica.

Insistencia paquistaní

El general Zia Ul Haq ha subrayado que su país continuará presionando sobre Francia para obtener la central nuclear contratada, comentando que «Pakistán está determinado a adquirir la tecnología que le es necesaria». Los estrategas norteamericanos y franceses estiman que la central nuclear canadiense con la que ya está armado industrialmente Pakistán es suficiente para atender sus necesidades.La compra eventual de tecnología atómica china es, asimismo, un tema particularmente delicado, ya que los actuales dirigentes de Pekín subrayan, en todas sus declaraciones, la necesidad de adquirir tecnología agrícola, militar e industrial europea y japonesa para relanzar su economía. Una misión de trabajo franco-china ha estudiado la compra, por parte de Pekín, precisamente, de centrales nucleares francesas. Washington, en este marco, controla hilos decisivos: su veto, o aprobación en el «Comité de coordinación de control de exportaciones estratégicas hacia los países del bloque socialista» (Cocom).

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