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Tráfico de drogas detrás del golpe de Estado en Honduras

Son muy oscuras aún las razones del incruento golpe de Estado que el pasado lunes derrocó al presidente de Honduras, general Juan Alberto Melgar Castro, y le sustituyó por un triunvirato militar. Con las primeras noticias sobre el golpe, han vuelto a surgir especulaciones sobre la implicación de altos oficiales del Ejército en el tráfico de estupefacientes y en numerosos casos de corrupción. Algunos observadores estiman que estos hechos podrían estar relacionados con el pronunciamiento militar.

En su primera declaración política, la Junta Militar se comprometió a continuar los objetivos marcados en abril de 1975, cuando las fuerzas armadas arrebataron la presidencia al general Oswaldo Lopez Arellano. La Junta insistió en que las anunciadas elecciones generales se celebrarían en la fecha prevista, 1980. Los miembros de la Junta, el general Policarpo Paz, comandante en jefe del ejército; general Domingo Alvarez, comandante de la fuerza aérea, y el general Amilcar Celaya, jefe de la policía, son considerados en los círculos diplomáticos de Tegucigalpa como derechistas. Al derrocado Melgar Castro se lo clasificaba como «centrista».

Deterioro moral

Para muchos hondureños, el golpe de Estado ha sido una consecuencia natural del deterioro moral del Gobierno de Melgar Castro. Desde octubre último, los rumores sobre el derrocamiento del hasta hace poco presidente se sucedían con periodicidad. Un diplomático señaló hace tres meses que en el seno de las fuerzas armadas existía un profundo descontento por las actividades ilegales en las que, supuestamente, estaban involucrados varios miembros del Gobierno y altos oficiales de las fuerzas armadas. En medios militares se comentaba desfavorablemente el rápido enriquecimiento personal del propio Melgar Castro, de alguno de sus ministros y de varios colaboradores militares del presidente. A principios de este mes, el diario El Tiempo publicó una serie de reportajes en los que se denunciaba la implicación de altos oficiales en el tráfico de drogas y en la ola de secuestros y asesinatos relacionados con esta actividad ilegal que se había producido últimamente en el país. El director del periódico fue detenido y encarcelado, aunque seis día después, tras una intensa campaña de solidaridad, un juez decretó su libertad.

No hace mucho, a mediados de abril, el delegado de la Interpol en Honduras hizo acusaciones parecidas y reveló que había enviado pruebas documentales al comandante en jefe de las fuerzas armadas, general Policarpo Paz (a quien se considera principal inspirador del golpe de Estado), con nombres y detalles de los militares implicados.

El diario La Tribuna, que tradicionalmente recoge las opiniones de los sectores más conservadores del país, sorprendió a la opinión pública el 19 de julio último con un durísimo editorial publicado en la primera página, en el que se acusaba directamente al Gobierno de Melgar Castro de «institucionalizar el caos y el desorden».

Todas estas posturas aparecen ahora como una invitación indirecta al intervencionismo militar. El sector de las fuerzas armadas hondureñas no comprometido con el Gobierno habría considerado la necesidad de derrocar al general Melgar Castro en función de la permanente pérdida de imagen del Ejército producida por las no esclarecidas acusaciones de actividades ilegales.

En un principio, parece que los golpistas trataron de conservar a Melgar«Castro en la presidencia, con la condición de que éste destituyera a todos sus ministros y formara un nuevo Gobierno. La negativa del general Melgar a realizar dichos cambios parece ser lo que motivó su derrocamiento.

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