Purga de «penenes»

Soy una opositora al Cuerpo de Profesores Agregados de Institutos Nacionales de Bachillerato, turno restringido, de Matemáticas, perteneciente al Tribunal n.º 2 de Madrid, formado por los siguientes señores: Don Antonio Vargas Sabadías, don Tomás Ondarra Azurmenti, doña M.ª Carmen Díaz Caneja y Rodríguez, doña M.ª Begona Pérez-llzarbe y Maqua y don Ricardo José Estévez Macho. El día 19 de julio actué ante dicho tribunal, realizando la exposición oral de un tema, elegido entre varios del cuestionarlo oficial de BUP. Quedé satisfecha de mi actuación. Mi sorpresa fue grande cuando, al final de la jornada, comprobé que mi nombre no figuraba en la lista del día; de 8 opositores examinados sólo figuraban 4. Al día siguiente pregunté al tribunal si existía algún error. Al contestárseme negativamente solicité del señor presidente una explicación de mis fallos, puesto que ni 2 puntos había merecido en una calificación que va de 0 a 10. El presidente contestó que había cometido varios fallos, pero que el que él recordaba en ese momento como más destacado era que «al terminar una demostración usted decía: vamos a demostrar la demostración con un ejemplo, y lo que tenía que haber dicho era: vamos a corriprobar la demostración con un ejemplo y lo repitió varias veces. Nosotros consideramos esto un error de concepto».Yo querría llamar la atención sobre cómo se están aplicando las normas dictadas por el MEC y publicadas en el BOE sobre estas oposiciones. Es muy significativo que -me estoy refiriendo al mencionado tribunal- personas que, por llevar cierto número de años en la enseñanza, pasarían con 2 puntos a ser profesores numerarios, no lo consiguen porque no se les conceden estos 2 puntos; asimismo, a aquellas personas que con 3 puntos pasarían, sólo se les concede un 2. De esta forma cada día sólo adquieren plaza de 3 a 4 personas, con lo cual, al final, la lista definitiva de admitidos la constituirán unas 50 personas, habiendo más de 80 plazas asignadas a este tribunal.

¿Es que hay tan pocos profesores no numerarios capaces de exponer dignamente un tema después de estar preparándolo durante 4 horas? ¿O, por el contrario, lo que ocurre es que muchos de los profesores numerarios no desean admitir en «su cuerpo» a personas que no han sufrido el mismo tipo de pruebas que ellos superaron? ¿Es que poseer una licenciatura y X años de enseñanza no significan nada? ¿En manos de quién, entonces, está la enseñanza en este país, cuando el número de profesores numerarios es mínimo frente al resto del profesorado? Yo rogaría a los componentes del citado tribunal que no se sorprendieran si, al comenzar alguna de sus clases, me encontraran allí, para así poder aprender de ellos los «claros conceptos» que exponen en sus lecciones magistrales, puesto que, aunque a ellos y a otros les pese, el próximo curso, por lo menos, todos los profesores suspendidos en estas oposiciones estaremos explicando diariamente ante nuestros respectivos alumnos.