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La prensa francesa, presionada por los poderes políticos y económicos

«La giscardización de los medios de información continúa metódicamente, inexorablemente, implacablemente», anotaba ayer uno de los dos administradores del diario independiente Le Monde, Jacques Sauvageot, al comentar la efervescencia que agita los medios profesionales galos. La venta del diario L'Aurore, el cambio de dirección de Le Parisien Liberé y de otros medios de comunicación, la muerte de Le Quotidien de Paris, la subida del precio de los periódicos, la merma de lectores, elementos todos ellos de actualidad, plantean una vez más en Francia el delicado problema de las relaciones entre el poder político y la información y, de rechazo, revelan de manera más acentuada el futuro interrogante de la independencia de la prensa.

Desde el día primero del mes en curso, los diarios parisienses han aumentado su precio, que oscila ahora entre 1,60 y 2,50 francos, es decir, entre 35 y 45 pesetas el ejemplar.Durante los últimos diez años, los siete diarios de circulación nacional de la capital que se han mantenido en el mercado, a pesar de las dificultades crecientes, han perdido un millón de ejemplares de venta, pasando de tres a dos millones. Los dos únicos periódicos que han progresado son el independiente Le Monde, que, con su venta actual de casi medio millón, progresó en un 46%, y el económico Les Echos, que vende 51.000 ejemplares diarios, lo que supone un aumento del 14% en los diez años referidos. Entre los que han perdido progresivamente destacan el sensacionalista Trance-Soir, que bajó de un millón de venta a la mitad actualmente, y el conservador Le Figaro, cuya venta presente, de 327.000 ejemplares, representa una disminución del 25% respecto a 1967.

Borrascas periódicas

Los datos precedentes constituyen una coordenada permanente y esencial de las borrascas que, periódicamente, azotan a la prensa escrita francesa y que, en cada caso, al amainar, ofrecen el mismo saldo: un impacto más acentuado del poder político, servido por diferentes grupos de presión económicos, sobre la información. El fenómeno no ha hecho mas que ampliarse a lo largo de la vida de la V República. Hasta 1974, año de la elección del presidente actual, Valery Giscard d'Estaing, los propios partidarios de este último fulminaban al Estado-UDR gaullista, como consecuencia del «ejercicio solitario del poder» (Giscard d'Estaing) que se manifestaba, de la manera soberana, en el dominio de la radio y televisión estatales. Ahora son los gauilistas quienes despotrican contra el Estado-UDF giscardiano porque a lo largo de los últimos cuatro años, paso a paso, los hombres del presidente de la República han reemplazado al staff gaullista, no sólo en los medios audiovisuales que, directa o indirectamente, controla el Gobierno, sino en el sector de la prensa privada. Esta giscardización se ha manifestado de manera más evidente desde que, en marzo último, el fracaso de la oposición de izquierda rehabilitó la imagen del señor Giscard d'Estaing.

«Normalización giscardiana»

De entonces a esta parte, la llamada «normalización giscardiana» de los medios de comunicación social se ha acelerado de manera notoria. Un antiguo portavoz del presidente, Goyou Beauchamps, reemplazó a un gaullista en la cabeza de la sociedad Sofirad, que administra todos los medios de información en los que tiene participación el Estado, públicos o privados, como las emisoras Europa 1 y Radio Montecarlo.Michel Bassi, también ex portavoz del presidente, fue nombrado director general adjunto (en espera de ser director general a finales de año) de Radio Montecarlo. Yves Cannac, que era secretario general adjunto del palacio del Elíseo, pasó hace algunas semanas a la presidencia de la agencia Habas que, a su vez, controla en gran parte Radio Tele Luxemburgo y, por otro lado, influye en la prensa de provincias a través de la facturación de publicidad. A pesar de los mentís repetidos de los portavoces del giscardismo, los gaullistas están convencidos de que en la radio y televisión estatales, los hombres del presidente, aunque con talento evidente, han copado los puestos clave. Recientemente, el nombramiento de Roger Bouzinac como -presidente director general de la agencia nacional France-Presse provocó gran emoción en los medios profesionales que, al reconocer al nuevo dirigente como el candidato del presidente, temieron que «la voz de Francia, por privilegio especial, se convierta en la voz del Elíseo» (Le Monde).

Guerra privada

La guerra gaullistas-giscardianos (Giscard-Chirac) no es menos encarnizada en el sector de la prensa privada. Cuando el líder gaullista, Jacques Chirac, era primer ministro, Robert Hersant, propietario ya de una docena de diarios en provincias y de varias revistas, compró Le Figaro y France-Soir, y aquella batalla se le apuntó al activo del actual alcalde de París, que favoreció el apoyo bancario oportuno. Hoy, el viento no sopla en la dirección de los gaullistas, y el round de actualidad es de color giscardiano.Los diarios L'Aurore y Paris-Turf, vendidos por bancarrota de su propietario, Marcel Boussac, ex emperador de la industria textil, por ochenta millones de francos, pasaron a Franpresse, una nueva entidad periodística financiada por hombres de negocios y por bancos. La mayoría de las acciones han sido adquiridas por dos célebres cadenas de supermercados, Félix Potin y Carrefour. El consejo de administración está integrado por hombres favorables al presidente de la República y, para el mes de septiembre, se espera que ingrese como ejecutivo del nuevo imperio periodístico Pierre Christian Taittinger, ex ministro, giscardiano, apellido célebre porque le da nombre a una marca de champagne. De momento, a la redacción se le ha prometido continuidad.

Entre los comerciantes que ahora figuran en el consejo de administración de L'Aurore se encuentran algunos que ya intentaron poner pie en la información con la experiencia fallida del diario J'Informe. En el mismo momento en que L'Aurore (250.000 ejemplares) estrenaba amo y, con ello, recobraba vida (sus pérdidas ponían en entredicho el pago mensual de sus empleados), otro diario popular y próximo a la extrema derecha, Le Parisien Liberé, cambiaba de dirigentes, y el nuevo presidente del consejo de administración, André Fosset, es un senador giscardiano que, por otra parte, ocupa altas funciones en el grupo Hersant (el springuer francés). Le Parisien, que fue el diario francés de más tirada, ha perdido el 53% de sus lectores en los últimos cinco años y, en la actualidad, vende sólo 360.000 ejemplares.

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