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Una diversión sin paternalismos

Dos chicas en la entrada recogen cada domingo las cuotas, llevan el control de las ¡das y venidas de casi doscientos jóvenes de catorce años en adelante que todas las semanas pasan la tarde de este día festivo, el más amargo y solitario antes, en este club para subnormales que funciona en Madrid desde 1971.Nada de monitores, educadores paternalistas, los subnormales están más que hartos de relaciones educativas, necesitan la amistad, son capaces de dar mucho afecto y de recibirlo. María Josefa Prendes, secretaria de educación especial de la Comisión Episcopal de Enseñanza, no sabe muy bien en calidad de qué está en este Club Avance, ni ella ni las personas que pusieron los cimientos morales de esta especie de institución flexible y sin preceptos, sin otro fin que la felicidad de unos cuantos niños, algunos con más de treinta años, aislados de la vida vertiginosa de Madrid por su deficiencia mental.

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«Yo, que vengo a este club desde hace cuatro años -comenta Emilio, un estudiante de la facultad de Ciencias de la Información- reconozco que el primer día me movieron, sobre todo, sentimientos caritativos, paternalistas, en suma, hacia esta gente marginada. Pero con el paso del tiempo, las cosas han ido cambiando, sigo viniendo porque entre los deficientes mentales he encontrado valores que no encuentro en otra gente, porque de ellos he aprendido mucho, de su capacidad de afecto, de su falta de egoísmo. En nuestras relaciones se establece una corriente de amistad que favorece a las dos partes porque, además, hemos abandonado cualquier clase de paternalismo, aquí nos tratamos en un plano de igualdad.»

María José tiene veintiocho años, pero su estatura y su sonrisa corresponden a la de una niña de muchos menos. Mira a la gente con una timidez curiosa, no quiere contestar a nuestras preguntas, pero muy bajito dice, finalmente, que es muy feliz en este club insólito los (domingos. La mayoría de sus compañeros, unos 110 deficientes mentales, conviven estas horas con unos ochenta jóvenes normales de ambos sexos, con la misma naturalidad ingenua que ella. La integración de estos subnormales, tan espinosa a niveles escolares y laborales, se establece al menos en el plano de la diversión. «Los martes y los viernes tenemos, en Noviciado, 14, otro centro donde se continúa este contacto amistoso tan beneficioso para ambas partes, pero, además, organizamos excursiones y vacaciones de verano juntos -añade María Josefa Prendes- la verdad es que gracias a las cuotas no tenemos problemas económicos, los habría de cara a la ampliación de esta experiencia.»

Los problemas del ocio en esta población son problemas que se acercan, según datos oficiosos, a los 600.000 subnormales, son posiblemente los más difíciles de resolver. Apenas un 30% asisten la escuelas especiales en régimen de media pensión, pero los días de fiesta se convierten en una pesadilla sin futuro. Avance ha propuesto una salida fácil. Música, conversación y unos cuantos refrescos son el marco de las tardes perdidas que pueden convertirse en las más felices de la semana.

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